domingo, 28 de noviembre de 2021

I Domingo de Adviento

Comenzamos hoy el tiempo de Adviento, unos días de espera porque sabemos que la venida de Jesús está cerca. La liturgia de este domingo nos invita a considerar nuestra vida de cara a esta llegada del Señor.

El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico, empieza el domingo 28 de noviembre y termina el 24 de diciembre. Son los cuatro domingos anteriores a la Navidad y forma una unidad con la Navidad y la Epifanía.

El término "Adviento" viene del latín adventus, que significa venida, llegada. El color usado en la liturgia de la Iglesia durante este tiempo es el morado. Con el Adviento comienza un nuevo año litúrgico en la Iglesia.

El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor.

Se puede hablar de dos partes del Adviento:

Primera Parte

Desde el primer domingo al día 28 de noviembre, con marcado carácter escatológico, mirando a la venida del Señor al final de los tiempos;

Segunda Parte

Desde el 19 de diciembre al 24 de diciembre, es la llamada "Semana Santa" de la Navidad, y se orienta a preparar más explícitamente la venida de Jesucristo en las historia, la Navidad.

Las lecturas bíblicas de este tiempo de Adviento están tomadas sobre todo del profeta Isaías (primera lectura), también se recogen los pasajes más proféticos del Antiguo Testamento señalando la llegada del Mesías. Isaías, Juan Bautista y María de Nazaret son los modelos de creyentes que la Iglesias ofrece a los fieles para preparar la venida del Señor Jesús.

sábado, 27 de noviembre de 2021

Nª Sra. de la Medalla Milagrosa

 Relato de la aparición de la Virgen María, escrito por la vidente Santa Catalina Labouré, Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl (1806-1876).

"El día 27 de noviembre (1830), que cayó en el sábado del primer domingo de Adviento, a las cinco y media de la tarde, tras el punto de la meditación, durante el gran silencio, me pareció oír un ruido del lado de la tribuna, junto al cuadro de san José, como el roce de un manto de seda. Mirando hacia allá, vi a la Santísima Virgen, con una túnica de seda blanco aurora, con un velo blanco que le colgaba hasta abajo, el semblante descubierto, los pies sobre el globo, en las manos tenía además otro globo que representaba la tierra. Tenía las manos a la altura del pecho, los ojos alzados al cielo: era su semblante de una gran belleza que me sería imposible describirlo.

Vi de repente anillos en sus dedos, que emitían rayos al cual más bello. Mientras estaba contemplándola, la Santísima Virgen bajó los ojos y me dirigió la mirada. Se oyó una voz que me dijo estas palabras: "Este globo que ves representa al mundo y a cada alma en particular". No sé expresar lo que sentí en ese momento. La belleza y brillo de rayos tan hermosos: "Son el símbolo de las gracias que derramo sobre quienes las piden", se me dijo.

Comprendí entonces lo agradable que es rezar a la Santísima Virgen y lo generosa que es ella para quienes le rezan, las gracias que concede a quienes se las piden y el gozo que experimenta concediéndolas. Entonces se formó, envolviendo a la Santísima Virgen, un fondo ovalado, en lo alto del cual había escritas con letras doradas estas palabras: "Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti".

Entonces se oyó una voz que me dijo: "Que se acuñe una medalla según este modelo. Recibirán grandes favores quienes la lleven. Recibirán abundantes gracias quienes la lleven con confianza". 

De inmediato pareció volverse el óvalo, mostrándose el reverso de la medalla Inquieta por saber lo que habría de ponerse en ese reverso, parecióme un día durante la meditación oír una voz que me decía:  "La letra M y los Sagrados Corazones, lo dicen todo". 

Esta aparición dio origen a la Medalla de la Inmaculada, que por sus muchos milagros el pueblo llamó Milagrosa.

Santa Catalina Labouré fue canonizada por el Papa Pío XII el 27 de julio d 1947.




lunes, 22 de noviembre de 2021

Festividad de Santa Cecilia

Hoy, 22 de noviembre, la Iglesia celebra la memoria de Santa Cecilia, virgen y mártir,  quien fue declarada por Gregorio XIII patrona de la música en 1584.

Por ello queremos felicitar a todos los músicos, en especial, a la Agrupación Musical Virgen de la Sierra, quienes a lo largo del año nos acompañan en diferentes momentos. 

Santa Cecilia es una de las mártires de los primeros siglos más venerada por los cristianos. Se dice que el día de su matrimonio, mientras los músicos tocaban, ella cantaba a Dios en su corazón. Su fiesta se celebra el 22 de noviembre y se le considera patrona de músicos y poetas. Es representada generalmente tocando un instrumento musical o cantando.

Las actas de la Santa la presentan como integrante de una familia noble de Roma, que se habría convertido al cristianismo durante su infancia. Cecilia, como lo hicieron numerosas mujeres cristianas de los primeros siglos, consagró su virginidad a Dios. Aún así, fue entregada en matrimonio por su padre, quien la casó con un joven pagano llamado Valeriano.

La noche de bodas, Cecilia le dijo a Valeriano: "Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber que un ángel del Señor vela por mí. Si me tocas como si fuera yo tu esposa, el ángel se enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio si me respetas, el ángel te amará como me ama a mí”.

El esposo le pidió que le mostrara al ángel y que haría lo que ella le pidiera. Cecilia le dijo que si él creía en el Dios vivo y verdadero y recibía el bautismo, entonces vería al ángel. Valeriano fue a buscar al obispo de Roma, Papa Urbano, quien lo instruyó en la fe y lo bautizó. Tiempo después, el ángel se le apareció a ambos y les puso una guirnalda de rosas y lirios sobre la cabeza como símbolo de su unión espiritual. El hermano de Valeriano, Tiburcio, contagiado de la alegría de los jóvenes esposos se acercaría a ellos y también se haría cristiano.

Lamentablemente, la persecución contra los cristianos alcanzaría a Valeriano y Tiburcio, quienes murieron martirizados por órdenes del prefecto Turcio Almaquio. El relato prosigue señalando que Máximo, funcionario del prefecto, fue designado para ejecutar la sentencia pero que se negó a cumplirla porque se había convertido al cristianismo. El prefecto entonces ordenó que fuera ejecutado junto a los hermanos. Cecilia recogió los restos de los tres hombres y los enterró en una tumba cristiana.

No pasaría mucho tiempo para que Cecilia también fuese víctima de la persecución y condenada a muerte. Se le ordenó rendir culto públicamente a los dioses paganos pero se negó. Por ello fue condenada a morir por ahogamiento en la fuente de baño de su propia casa. Como no pudieron matarla, hirvieron agua y la colocaron en ella, pero eso tampoco funcionó. El Prefecto entonces pidió que fuese degollada. El relato da cuenta de que el ejecutor dejó caer su espada tres veces sobre su cuello sin tener éxito. Asustado, el verdugo huyó dejando a la joven virgen bañada en su propia sangre. Se dice que Cecilia vivió tres días más. El papa Urbano I enterró su cuerpo en la catacumba del papa Calixto I.

En marzo de 2014, el Papa Francisco se refirió a los mártires de los primeros tiempos cristianos, como Santa Cecilia, y dijo que “llevaban siempre con ellos el Evangelio: ellos llevaban el Evangelio; ella, Cecilia llevaba el Evangelio. Porque es precisamente nuestro primer alimento, es la Palabra de Jesús, lo que nutre nuestra fe”.

En Trastévere, Roma, se edificó la Basílica de Santa Cecilia en el siglo V. Allí actualmente se encuentra la famosa estatua de tamaño natural y del escultor Maderna, que muestra a la Santa como si estuviera dormida, recostada del lado derecho.







domingo, 21 de noviembre de 2021

FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DE LA VIRGEN MARIA EN EL TEMPLO

Cuando la Virgen María era muy niña, sus padres la llevaron al templo de Jerusalén para ser instruida. Es una fiesta que nació en el año 543 en Oriente con ocasión de la dedicación de la basílica de Santa María la Nueva en Jerusalén.

Fiesta de origen oriental. Se inicia la víspera (20 de noviembre) y se prolonga hasta el 25 o día de la clausura solemne. Es una de las doce fiestas principales del año litúrgico oriental. El oficio es muy interesante, es una fuente de tradición litúrgica, de tradición espiritual, una invitación a dejar presentar este misterio en la vida cristiana, a acercarse a festejarlo con mucha alegría, «portando con las vírgenes nuestras lámparas encendidas». Esta celebración pasó al calendario romano en 1585.

La Presentación de María

Una tradición muy antigua cuenta que, cuando la Virgen María era muy niña, sus padres, San Joaquín y Santa Ana, la llevaron al templo de Jerusalén y allá la dejaron por un tiempo, junto con otro grupo de niñas, para ser instruida muy cuidadosamente respecto a la religión y a todos los deberes para con Dios.

Es en los evangelios apócrifos donde se encuentra el relato de la Presentación de María al templo. El llamado Protoevangelio de Santiago es el más antiguo y en él se encuentra el siguiente texto: "María no tenía sino un año; Joaquín dijo a su fiel compañera: conduzcámosla al Templo para cumplir el voto que hemos hecho al Señor. Ana le respondió: esperemos mas bien que ella cumpla sus tres años, cuando no tenga tanta necesidad de su padre ni de los cuidados de su madre... Está bien, dijo Joaquín..., llegó el momento solemne. Ana y Joaquín reunieron a las jóvenes de su tribu y se dirigieron hacia el templo del Señor. No llevaban ni cordero ni paloma, pero iban a ofrecer a aquella que debía concebir al Cordero de Dios para la Redención del mundo, la mística paloma de los jardines del cielo. Cuando los peregrinos llegaron al umbral del pórtico, la Virgen pequeñita, subió sola las gradas, con paso firme y seguro".

Los autores de la vida espiritual encuentran aquí tres méritos: hay de parte de María el mérito de la diligencia apremiante, puesto que presurosamente viene a ofrecerse a Dios. El de la generosidad completa, porque María va a inmolarse al templo, deja a su padre y a su madre. Y el tercer mérito es el de una fidelidad inviolable, María sube de virtud en virtud.

El Protoevangelio de Santiago dice también: “Cuando la niña tuvo tres años, Joaquín dijo: llamen a las niñas hebreas de raza pura y que cada una lleve una lámpara que no se apague. La niña no deberá tornar a otro lado; y su corazón no se fijará en nada fuera del Templo del Señor. El sacerdote acogió a la niña y la presentó en sus brazos... Hizo sentar a la niña en la tercera grada del altar. Y el Señor hizo descender sobre Ella, su gracia. Y levantándose en sus pies, se puso a danzar, frente a toda la casa de Israel. Los padres regresaron del Templo llenos de admiración y alababan a Dios. La niña no había vuelto cabeza... María habitaba en el Templo del Señor como una paloma”. En este relato leemos que María elige al Señor, toma una decisión, se sabe un “ser ofrecido a Dios”, se sitúa al servicio de Dios. En estas señales visibilizamos el misterio de la Presentación. Así en la larga historia de la vida religiosa y en centenares de Congregaciones, María tiene un caracterización espiritual dominante, son varias las que quieren imitar a María a partir de su Presentación en el Templo del Señor.  



SOLEMNIDAD DE CRISTO REY

Hoy, domingo XXXIV del tiempo ordinario, la Iglesia Católica celebra la “Solemnidad de Cristo Rey”, o, como también se le designa, la “Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo”.

Dice el Evangelio: "Yo soy Rey. Para esto nací, para esto vine al mundo, para ser testigo de la Verdad" (Jn 18, 36-37).

Con la Solemnidad de Cristo Rey, la Iglesia Católica concluye el Año Litúrgico recordando a los fieles y al mundo entero que nada -persona o ley humana- está por encima de Dios. Cristo es Señor del tiempo y de la historia, como es Señor de todo lo creado.

Sentido de la celebración

La Solemnidad de Cristo, Rey del Universo, fue instituida por el Papa Pío XI en 1925. Con ella, la Santa Madre Iglesia quiere que volvamos los ojos a Cristo, rey bondadoso y sencillo, y nos dejemos conducir por Él, que como buen pastor guía a la porción de la Iglesia que peregrina en la tierra hacia su destino final: el Reino de Dios.

Cristo Rey convoca hoy nuevamente a instaurar su reino en la tierra, haciendo que el mundo se vaya transformando según el Plan divino de amor. Esa tarea empieza por dejar que sea Cristo quien reine en cada corazón.

No debe olvidarse, además, que la posibilidad de alcanzar el Reino de Dios ya fue ganada por Jesucristo, y que esta se preserva en la Iglesia y gracias a la Iglesia. Es decir, la victoria es siempre posible, la puerta está siempre abierta. Como garantía de ello está el Espíritu Santo, a quien Cristo encomendó conceder las gracias necesarias para lograr la santidad y transformarlo todo en Dios.



miércoles, 17 de noviembre de 2021

FIESTA DE SANTA ISABEL DE HUNGRÍA

Cada 17 de noviembre la Iglesia celebra a Santa Isabel, hija de Andrés, rey de Hungría. Isabel fue una joven madre que aprovechó su posición para ayudar a Cristo en los más pobres. Al morir su esposo, abrazó la pobreza y se dedicó a la vida religiosa. Construyó un hospital donde servía ella misma a los enfermos, convirtiéndose después de su canonización en símbolo de la caridad cristiana en muchos lugares de Europa.

Isabel de Hungría nació en 1207 y fue dada en matrimonio a Luis I, Landgrave de Turingia-Hesse. Debido a dicho compromiso, desde temprana edad fue enviada al castillo de Wartburg para que se educase en la corte de Turingia. Allí soportó santamente la pena por la separación de su familia, así como algunas incomprensiones que supo superar con ánimo amable y oración constante, llegando a ser muy querida.

Cuando Luis de Turingia heredó la condición de Landgrave, se casó con Isabel. Dios le regaló tres hijos y un matrimonio feliz. Luis no ponía mayor impedimento para sus obras de caridad y la dejaba repartir sus bienes entre los pobres. Se dice además que Luis se preocupaba cariñosamente por ella, para que no se exceda en sacrificios y descanse adecuadamente. Y es que Isabel tenía la costumbre de levantarse de madrugada para orar, aun después de su intenso trabajo.

Llegó un tiempo en el que el hambre azotó Turingia. Santa Isabel gastó cuanto recurso pudo para ayudar a los campesinos del reino e incluso repartió el grano que estaba reservado para su casa. Esto le valió grandes críticas, pero ella no se dejó amilanar. Como el castillo en el que vivía junto al Landgrave quedaba sobre una colina, mandó construir un hospital al pie del monte donde ella atendía a los enfermos personalmente, daba de comer a los necesitados con sus propias manos y pagaba el cuidado y educación de los niños huérfanos.

Lamentablemente, su esposo, Luis, murió camino de la cruzada organizada por Federico II, víctima de la peste, por lo que Santa Isabel sufrió mucho. Luego vendrían los conflictos en la corte y el arrebato de la corona de su esposo por mano de su cuñado. En ausencia de Luis, Isabel ya se había entregado a la administración de la corona y había visitado los territorios que le pertenecían. Ascendido su cuñado a Landgrave le impidió continuar con sus obras de caridad, por lo que Isabel decidió dejar la corte.

Más adelante, habiendo previsto que a sus hijos no les falte nada, tomó el hábito de la tercera orden de San Francisco. A partir de entonces, vivió una vida de pobreza. Hilaba o cargaba lana para su sustento y el de los enfermos que dependían de ella, vivió austeramente y trabajó hasta el final de sus días. Murió el 17 de noviembre de 1231, con solo 24 años.

Se dice que el mismo día de su muerte, un franciscano lego se había destrozado uno de los brazos en un accidente y sufría postrado dolores terribles. En eso, se le apareció Santa Isabel portando un vestido radiante. El hermano le preguntó por qué estaba tan hermosamente vestida, a lo que ella respondió: “Es que voy para la gloria. Acabo de morir para la tierra. Estire su brazo ya que ha quedado curado”.



martes, 2 de noviembre de 2021

Conmemoración de todos los fieles difuntos

 Hoy, 2 de noviembre, la Iglesia Católica celebra la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos.

“El recuerdo de los difuntos, el cuidado de los sepulcros y los sufragios son testimonios de confiada esperanza, arraigada en la certeza de que la muerte no es la última palabra sobre la suerte humana, puesto que el hombre está destinado a una vida sin límites, cuya raíz y realización están en Dios” (Papa Francisco).

Hoy miles de personas en todo el mundo visitan los cementerios para honrar la memoria de sus seres queridos y de todos aquellos que partieron al encuentro con Dios. En este día la Iglesia toda dedica la liturgia a animar a los fieles a orar por el eterno descanso de quienes han muerto, con la esperanza de que todos, en el día que no conoce final, nos podamos reunir en el amor infinito de Dios.

Constituye una obra de caridad indispensable que quienes aún peregrinamos en este mundo oremos y hagamos sacrificios por las almas del Purgatorio, conscientes de que muchos entre quienes nos han precedido necesitan aún purgar sus faltas para poder gozar de Dios de manera definitiva. Recomendables son las oraciones de intercesión ofrecidas a la Virgen María, de manera especial el Santo Rosario; también es bueno pedir la intercesión de los santos a través de novenas u oraciones votivas; y, finalmente, no debemos olvidar que toda oración debe estar acompañada de obras de caridad o pequeños sacrificios de la vida cotidiana como, por ejemplo, la limosna, esto es, compartir nuestros bienes con los más necesitados. También es muy recomendable averiguar y poner en práctica las distintas alternativas que da la Iglesia universal o las Iglesias locales para obtener la Indulgencia Plenaria por los difuntos.


ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN

POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo quisisteis nacer, ser circuncidado, desechado de los judíos, entregado con el beso de Judas, atado con cordeles, llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anás, Caifás, Pilato y Herodes; escupido y acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios, desgarrado con azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el rostro con una púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la cruz y levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dándoos a beber hiel y vinagres y herido el costado con la lanza. Librad, Señor, por tantos y tan acerbísimos dolores como habéis padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio de las penas en que están; llevadlas a descansar a vuestra santísima Gloria, y salvadnos, por los méritos de vuestra sagrada Pasión y por vuestra muerte de cruz, de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión de aquel Reino, adonde llevasteis al buen ladrón, que fue crucificado con Vos, que vivís y reináis con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

lunes, 1 de noviembre de 2021

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

El 1 de noviembre la Iglesia Católica celebra la Solemnidad de Todos los Santos, tanto los conocidos como los anónimos. Es la celebración de todos aquellos que comparten el triunfo y la gloria de Cristo en virtud a su esfuerzo por seguir de cerca al Maestro. La Iglesia celebra este día vestida de blanco, al verse confirmada como madre que convoca a sus hijos a la salvación; mientras que los hijos se ven fortalecidos por el ejemplo de quienes se adelantaron en la fe y la caridad.

San Juan Pablo II decía: “Hoy nosotros estamos inmersos con el espíritu entre esta muchedumbre innumerable de santos, de salvados, los cuales, a partir del justo Abel, hasta el que quizá está muriendo en este momento en alguna parte del mundo, nos rodean, nos animan y cantan todos juntos un poderoso himno de gloria”. Y es que esta Solemnidad es día propicio para compartir el júbilo por la obra salvífica de Dios a lo largo de los siglos. Obra que no se detiene jamás y que se renueva, a cada instante, en cada ser humano que responde a la gracia de Dios, viviendo el llamado a la plenitud en el amor.

La Solemnidad de Todos los Santos tiene sus orígenes en el siglo IV, cuando el número de mártires de la Iglesia llegó a ser tal que era imposible destinar un día del año para recordar a cada mártir. Entonces, la Iglesia optó por hacer una celebración conjunta para honrar a todos los que habían alcanzado el cielo, en un solo día, una vez al año.

Cuando el 13 de mayo de 610, el Papa Bonifacio IV dedicó el Panteón romano al culto cristiano, consagró el nuevo templo a la Bienaventurada Madre de Dios y a todos los mártires. A partir de entonces, la celebración de Todos los Santos quedó fijada en esa fecha, y así permanecería por muchos años hasta que el Papa Gregorio IV, en el siglo VII, trasladó la celebración al 1 de noviembre.

Es necesario que no perdamos de vista aquello a lo que estamos llamados como cristianos: vivir la santidad y realizar todo bien que provenga de Dios.

En el año 2013, el Papa Francisco hizo una hermosa exhortación a la multitud que lo acompañaba en la celebración de esta Solemnidad: “Dios te dice: no tengas miedo de la santidad, no tengas miedo de apuntar alto, de dejarte amar y purificar por Dios, no tengas miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo. Dejémonos contagiar por la santidad de Dios”.

No olvidemos nunca que ¡estamos llamados a ser santos! Y que debemos recordar y agradecer la vida de esos hombres y mujeres que lo dieron todo por amor.




Domingo de la Divina Misericordia

   "La humanidad no conseguirá la paz hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia" (Diario, 300) La Fiesta de la Divina...