viernes, 30 de diciembre de 2022

Fiesta de la Sagrada Familia

Hoy se celebra la fiesta de la Sagrada Familia y la Iglesia nos invita a mirar a José, María y al Niño Jesús como modelos para la vida cotidiana.

Los tres, desde un principio, tuvieron que enfrentar peligros, carencias y dificultades. No obstante, la presencia de Dios en medio de ellos fortaleció el amor del uno al otro de tal manera que salieron adelante. Como familia santa son reflejo de la Trinidad y cenáculo del amor verdadero.


Luz para las familias de hoy

La fiesta de la Sagrada Familia, que se celebra dentro de la Octava de Navidad, es una invitación a profundizar en el amor familiar, examinar la propia situación del hogar y buscar los medios adecuados para que cada integrante, papá, mamá e hijos, se asemeje cada vez más a las personas que integran la Familia de Nazaret.

La vida familiar no puede reducirse a los problemas, que brotan generalmente a causa de nuestra fragilidad. Las dificultades mal asumidas ensombrecen los valores trascendentes y terminamos dejándolos de lado. ¡Cambiemos de dirección!

Tengamos presente que la familia es signo del diálogo entre Dios y el hombre y, por lo tanto, padres e hijos deben estar abiertos a la Palabra y a la escucha, sin olvidar la importancia de la oración familiar que sella y fortalece la unión.

San Juan Pablo II -promotor de las Jornadas Mundiales de la Familia- recomendaba mucho el rezo del Santo Rosario en familia, y repetía constantemente una frase que debe ser lema y meta a la vez: “Familia que reza unida, permanece unida”.


Oración

Oh, Dios, te damos gracias porque nos permitiste participar de tu paternidad divina al darnos como don y regalo a nuestros hijos. Son tuyos y a ti te los ofrecemos. Te pedimos que nunca se aparten de ti: líbralos de todo mal, llévalos por el camino de la vida, protégelos al abrigo de tu corazón, cuídalos y consérvalos buenos, firmes en la fe y sanos en su alma y en su cuerpo. Dales luz para conocer tu proyecto de amor para ellos y la fuerza de tu Espíritu que los haga valientes para cumplirlo. Y a nosotros, concédenos ser buenos padres para que a través de nosotros ellos descubran el amor que les tienes. Que nuestra familia sea Betania donde tu corazón descanse, “iglesia doméstica” en que se alimente y cuide la vida de santidad, y semillero de vocaciones de los distintos estados de la vida cristiana. A la Sagrada Familia de Nazaret confiamos nuestro hogar: guardadnos en vuestro amor y guiadnos siempre hasta el hogar del cielo. Amén.


jueves, 29 de diciembre de 2022

Roscón Solidario

 El próximo día 5 de enero se realizará el Roscón Solidario.

Desde las 19:00 h en la Plaza de la Constitución.

Todo lo recaudado irá destinado a Adelante CLM.



miércoles, 28 de diciembre de 2022

Fiesta de los Santos Inocentes

  El día de hoy se conmemora a los Niños Inocentes que el cruel Herodes mandó matar.

Según señala el Evangelio de San Mateo, Herodes llamó a los Sumos Sacerdotes para preguntarles en qué sitio exacto iba a nacer el rey de Israel, al que habían anunciado los profetas. Ellos le contestaron: "Tiene que ser en Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas diciendo: "Y tú, Belén, no eres la menor entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá el jefe que será el pastor de mi pueblo de Israel" (Miq. 5, 1).

Entonces Herodes se propuso averiguar exactamente dónde estaba el niño, para después mandar a sus soldados a que lo mataran. Y fingiendo dijo a los Reyes Magos: - "Vayan y averiguen acerca de ese niño, cuando lo encuentren regresan y me lo informan, para ir yo también a adorarlo". Los magos se fueron a Belén guiados por la estrella que se les apareció otra vez, al salir de Jerusalén, y llenos de alegría encontraron al Divino Niño Jesús junto a la Virgen María y San José; lo adoraron y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. En sueños recibieron el aviso divino de que no volvieran a Jerusalén y regresaron a sus países por otros caminos, y el pérfido Herodes se quedó sin saber dónde estaba el recién nacido. Esto lo enfureció hasta el extremo, por lo que rodeó con su ejército la pequeña ciudad de Belén, y dio la orden de matar a todos los niñitos menores de dos años, en la ciudad y alrededores.

El mismo evangelista San Mateo afirmará que en ese día se cumplió lo que había avisado el profeta Jeremías: "Un griterío se oye en Ramá (cerca de Belén), es Raquel (la esposa de Israel) que llora a sus hijos, y no se quiere consolar, porque ya no existen" (Jer. 31, 15).




martes, 27 de diciembre de 2022

Festividad de San Juan Evangelista

Hoy celebramos la fiesta de San Juan Evangelista, el más joven de los doce Apóstoles y a quien nos referimos como el “discípulo amado de Jesús”, porque así fue realmente, según su propio testimonio.

Juan fue quien acogió a la Virgen María en su casa por encargo del mismo Jesús y a quien consideramos patrón de teólogos y escritores. Juan fue un judío natural de Galilea, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor, con quien trabajaba como pescador.


Al pie de la cruz

Jesús eligió a Juan para que acompañe a Pedro a preparar la Última cena. Aquella noche de Pascua previa a su Pasión y muerte, Cristo instituyó la Eucaristía estando reunido junto a los Apóstoles. Jesús empezaba sus padecimientos y Juan -dice el Evangelio- compadecido de la angustia de Jesús, reclinó la cabeza sobre el pecho del Maestro.

Fue Juan el único entre los doce que estuvo en el Calvario, al pie de la cruz, de la mano de la Virgen María. Allí Jesús le entregó a su Madre, pidiéndole al discípulo que se hiciera cargo de ella. Por eso dice la escritura: “la recibió en su casa”. Juan fue, pues, quien se quedó a cargo de María, para honrarla, servirla y cuidarla como lo hizo Jesús.


Testigo de la Resurrección

El día domingo, cuando llegó la noticia de que el sepulcro de Jesús estaba vacío, Juan salió corriendo junto a Pedro porque pensaban que se habían robado el cuerpo del Maestro. Al llegar al lugar, la tumba estaba vacía -dice el Evangelio- y entonces “vieron y creyeron”. Más adelante, cuando Jesús Resucitado se les apareció a los discípulos a orillas del mar de Galilea, Pedro preguntó sobre el futuro de Juan y el Señor le contestó: “Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme”.


Columna del Nuevo Testamento

Dice la Escritura que por aquella respuesta se corrió el rumor de que Juan no iba a morir, algo que el mismo Apóstol desmintió al indicar que el Señor nunca dijo: "No morirá".

San Juan escribió varios textos neotestamentarios: uno de los cuatro Evangelios, el libro del Apocalipsis y tres epístolas.

A diferencia del resto de los Apóstoles, que entregaron la vida en el martirio, San Juan murió pacíficamente en Éfeso hacia el año cien de la era cristiana, a los 94 años de edad, de acuerdo al testimonio de San Epifanio.




LOTERÍA DEL NIÑO

 Ya está a la venta la lotería para el sorteo del Niño

Se puede adquirir :

- Dirigiéndose a cualquier miembro de la junta directiva 

- En los establecimientos habituales 

- El día 30 de diciembre en la Sede Oratorio de la Hermandad en horario de 18:00  a 20:00 h.



domingo, 25 de diciembre de 2022

Eucaristía en honor a San Juan Evangelista


 

SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

 Solemnidad de la Natividad del Señor

"En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.

Él estaba en el principio junto a Dios.

Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio d él.

No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.

El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.

En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.

Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.

Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.

Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,

ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo:

«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».

Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.

Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer." (Jn 1, 1-18)



jueves, 22 de diciembre de 2022

FELIZ NAVIDAD

"La Navidad nos trae siempre un rayo de alegría y de esperanza, porque nos ha nacido un Niño, porque Dios nos ha visitado". (Juan Pablo II)

Desde la Real, Servita y Franciscana Hermandad de la Soledad, de la Vera Cruz y de San Cristóbal, les deseamos una Feliz Navidad.

Paz y Bien.



martes, 20 de diciembre de 2022

Belén ermita de San Cristóbal

 Belén colocado en la ermita de San Cristóbal

Apertura de la ermita los días 22, 24, 25 y 31 de diciembre y 1, 5, 6, 7, 8, 14 y 15 de enero en horario de 10:30 a 18:00 h.



domingo, 18 de diciembre de 2022

Fiesta de Nuestra Señora de la Esperanza

Cada 18 de diciembre, la Iglesia celebra a la Madre de Dios bajo la advocación de la “Virgen de la Esperanza”, conocida popularmente como la “Virgen de la O”.

En ciertos lugares esta hermosa advocación mariana recibe otros nombres: “Virgen de la Dulce Espera” o “La Virgen Encinta”. Cualquiera sea el caso, los fieles devotos miran a María en esa dimensión esencial de su vida: la maternidad ejercida, los cuidados propios de la gestación, y todo lo que implica eso que llamamos el “estado de buena esperanza” o el periodo de “la dulce espera”.

Por eso, así como cada mujer con un hijo en el vientre puede encontrar en la la Madre de Dios una compañía cercana, alivio, fortaleza y esperanza, la celebración de la Virgen de la O resulta también propicia para enriquecer y profundizar en aquello que la Iglesia vive durante los días del Adviento.


Origen de la devoción

La advocación de la “Virgen de la O” tiene su origen en una antigua tradición inspirada en la Liturgia de las Horas. Entre el 17 y el 23 de diciembre, las antífonas para el cántico evangélico de Vísperas, el Magnificat, empiezan siempre con la exclamación admirativa “oh”.

En otras palabras, a María se le invoca durante esos días con exclamaciones como: “Oh, Sabiduría…; “Oh, Adonai…”; “Oh, renuevo del tronco de Jesé…”; “Oh, llave de David...”. A estas se les llama “antífonas mayores” o “antífonas de Adviento”.

La repetición constante e insistente del “oh” para introducir las menciones en honor a la Virgen dió origen al título “Virgen de la Oh”. Luego, muy probablemente, dejó de escribirse la letra “h”, siendo esta un grafema sin valor fonético. De esta forma, la advocación pasó a llamarse simplemente “Virgen de la O”.

Por otro lado, ya que desde los primeros siglos del cristianismo los fieles querían recordar y celebrar la dulce espera de María, en el año 656, durante el décimo concilio de Toledo (España), se instituyó la fiesta mariana de la “expectación del parto” o “de la espera”. Esta fue fijada para el 18 de diciembre, una semana antes de la Navidad. Así, la fiesta de la Virgen de la O terminó asociada para siempre con el tiempo litúrgico “de la espera”, el Adviento.


La espera más dulce

La experiencia radicalmente humana -y divina- de engendrar una nueva vida suele transformarlo todo. El anuncio de que un nuevo ser está por venir es siempre motivo de esperanza, o, al menos, debería serlo. Es verdad que en una “cultura” como la nuestra, con visos contrarios a la vida, la llegada al mundo de muchos seres humanos se percibe como un “problema”, que compromete libertades y sueños, cuando debería ser todo lo contrario.

¿Qué “sueño” puede ser más grande que ver a un ser humano realizar todo lo que puede ser en la vida? ¿Qué libertad puede ser mayor a la que es posible apreciar en la vida humana que empieza y que, por lo tanto, tiene todo por delante para construir su bien y el de los demás? ¿Qué derecho puede ser más significativo que aquel que se respeta?

La Virgen, como madre que es, alecciona, da ejemplo y acompaña a padres y madres en el sendero que se dirige a recibir una vida. La Virgen de la O, así, se constituye para los progenitores en símbolo de esperanza.

Contemplando a la Madre de Dios en los días previos al alumbramiento de Jesús, con muy poco, con casi todo en contra, experimentando soledad y pobreza, vemos a una mujer dispuesta a todo por su hijo.

Ella acoge la vida divina con amor y la potencia con su sacrificio en el día a día. Por eso, cualquier madre que se pone en manos de Dios, nunca será defraudada.

¡Qué gran bendición es María para las mujeres que llevan a un hijo o hija en sus vientres! Cuánta esperanza, aún con dolor, puede extraerse de su dulce espera. ¡Qué bello el privilegio de gestar o de acoger a alguien que también es hijo de Dios! ¡Cuánta alegría en la espera! ¡Qué dulzura estar encinta! ¡Qué consuelo en los momentos de dificultad!

¡Virgen de la O, ruega por todas las madres del mundo! ¡Intercede por nosotros en este Adviento!


Oración

Ruega por nosotros, Madre de la Iglesia.

Virgen del Adviento,

esperanza nuestra, de Jesús la aurora,

del cielo la puerta.

Madre de los hombres, de la mar estrella,

llévanos a Cristo, danos sus promesas.

Eres, Virgen Madre, la de gracia llena,

del Señor la esclava, del mundo la Reina.

Alza nuestros ojos, hacia tu belleza. ¡Amén!

IV Domingo de Adviento

"En este cuarto domingo de Adviento el evangelio de san Mateo narra cómo sucedió el nacimiento de Jesús situándose desde el punto de vista de san José. Él era el prometido de María, la cual «antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo» (Mt 1, 18). El Hijo de Dios, realizando una antigua profecía (cf. Is 7, 14), se hace hombre en el seno de una virgen, y ese misterio manifiesta a la vez el amor, la sabiduría y el poder de Dios a favor de la humanidad herida por el pecado. San José se presenta como hombre «justo» (Mt 1, 19), fiel a la ley de Dios, disponible a cumplir su voluntad. Por eso entra en el misterio de la Encarnación después de que un ángel del Señor, apareciéndosele en sueños, le anuncia: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1, 20-21). Abandonando el pensamiento de repudiar en secreto a María, la toma consigo, porque ahora sus ojos ven en ella la obra de Dios." (Benedicto XVI)




martes, 13 de diciembre de 2022

Santa Lucía

 Hoy la Iglesia celebra la fiesta de Santa Lucía de Siracusa, mártir cristiana de finales del s. III e inicios del s. IV. Murió durante la “Gran Persecución” organizada por el emperador Diocleciano. Es una santa muy popular porque se le vincula al bienestar de los ojos o a la capacidad para ver; desde la Edad Media se le conoce como la protectora o patrona de la vista.

La relación establecida entre Santa Lucía y los ojos viene de una antigua tradición según la cual, como castigo por proclamar a Cristo, sus verdugos le habrían arrancado los ojos y, aún habiendo sufrido semejante atrocidad, Dios le habría devuelto la vista.

Esposa fiel de Cristo

De acuerdo a las “Actas de Santa Lucía”, la santa nació en Siracusa, Sicilia (Italia), en el seno de una familia noble. Sus padres eran conversos al cristianismo y por eso se preocuparon por educarla en la fe. Tras la muerte de su padre, Lucía se acercó al Señor buscando consuelo y fortaleza para afrontar el dolor que la embargaba. Dios se convirtió en su protector y ella prometió, en secreto, virginidad perpetua. Eutiquia, su madre, sin saber de la decisión de su hija, la ofreció en matrimonio a un joven pagano.

Eutiquia padecía de hemorragias y Lucía, con el propósito de ganar su favor, le aconsejó que fuese a orar a la tumba de Santa Ágata de Catania para pedir su curación. Si un milagro ocurría, quizás Eutiquia accedería a liberarla del arreglo matrimonial.

Dios escuchó los ruegos de la madre y le devolvió la salud. En señal de gratitud, ella le ofreció a Lucía acceder a cualquier cosa que le pidiera. La joven rogó que no la obligue a casarse, confesándole su deseo de consagrarse a Dios y repartir la fortuna familiar entre los pobres. Eutiquia, segura de cuál era la voluntad de Dios, le otorgó el permiso a su hija.

Al enterarse, el pretendiente de Lucía se enfureció y la denunció ante el procónsul Pascasio, acusándola de ser cristiana. Eran tiempos de la persecución de Diocleciano y el procónsul la amenazó de muerte para que desistiera de su postura, pero Lucía respondió: “Es inútil que insista. Jamás podrá apartarme del amor a mi Señor Jesucristo”. Acto seguido, el procónsul, para alejarla de Dios, ordenó que sea llevada a un prostíbulo, pero ella, sin dar un paso atrás, dijo: "El cuerpo queda contaminado solamente si el alma consiente".

Los guardias romanos intentaron moverla a la fuerza hacia el prostíbulo, pero milagrosamente no pudieron. Entonces trataron de quemarla y tampoco pudieron. Por último, le sacaron los ojos y le cortaron el cuello. Aun en ese estado, en su agonía, Santa Lucía parecía seguir viendo y, mientras se desvanecía, mostraba una fuerza inusitada para exhortar a la fidelidad a Cristo.

Los ojos de Lucía

A Lucía se le suele representar con una bandeja en la mano en la que yacen los ojos que le fueron extraídos. Y es que existe un relato que difiere del anterior, en el que aparece como víctima del acoso de un pretendiente, a causa de la belleza de sus ojos. La joven, para liberarse de él, se habría sacado los ojos y se los habría enviado. Dios, en recompensa por su modestia, le habría devuelto la vista dándole otros ojos aún más bellos.

En la Edad Media, periodo en el que la devoción a Lucía se fortalece, se empezó a pedir su intercesión contra las enfermedades de los ojos y su nombre se vinculó al vocablo “Lux”, que en latín quiere decir “luz”. Esto reafirmó aquellos relatos en los que el tirano mandó a los guardias que le sacaran los ojos sin que ella perdiese la visión.

En 1894 fue descubierta una inscripción sepulcral en las catacumbas de Siracusa que llevaban el nombre de Santa Lucía, mártir del siglo IV.

"El cuerpo queda contaminado solamente si el alma consiente"

Aquella afilada respuesta de Santa Lucía de Siracusa produjo ecos importantes en la teología moral, siglos más tarde. Santo Tomás de Aquino reconoció la profundidad y fuerza moral de sus palabras: "El cuerpo queda contaminado solamente si el alma consiente". Para Santo Tomás estas corresponden con el principio moral de que no hay pecado si no hay consentimiento en el mal. Una persona puede mantenerse pura y santa si no consiente el pecado, aunque fuese forzada o violentada; no presenta mancha alguna ante Dios.


Oración a Santa Lucía


Oh Bienaventurada y amable Virgen Santa Lucía,

universalmente reconocida por el pueblo cristiano

como especial y poderosa abogada de la vista,

llenos de confianza a ti acudimos;

pidiéndote la gracia de que la nuestra se mantenga sana

y le demos el uso para la salvación de nuestra alma,

sin turbar jamás nuestra mente en espectáculos peligrosos.


Y que todo lo que ellos vean se convierta en saludable

y valioso motivo de amar cada día más a Nuestro Creador

y Redentor Jesucristo, a quien por tu intercesión,

oh protectora nuestra; esperamos ver y amar eternamente

en la patria celestial. Amén.




lunes, 12 de diciembre de 2022

Nuestra Señora de Guadalupe

 Seguimos avanzando en este camino del Adviento, y de nuevo nos encontramos la figura de María. Hoy, 12 de diciembre, celebramos a Ntra. Sra. de Guadalupe. Ella, como a Juan Diego, nos repite aquellas mismas palabras, "no se entristezca tu corazón". Nos invita a permanecer alegres, a mantener la esperanza. Ella nos trae en su vientre al Salvador, al "Dios con nosotros". 

Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a asistir a sus clases de catecismo y a oír la Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó una voz que lo llamaba por su nombre.

Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: "Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo".

De regresó a su pueblo Juan Diego se encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo ocurrido. La Virgen le pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le repitiera el mensaje. Esta vez el obispo, luego de oir a Juan Diego le dijo que debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna señal que probara que era la Madre de Dios y que era su voluntad que se le construyera un templo.

De regreso, Juan Diego halló a María y le narró los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo lugar pues allí le daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo. La madrugada del 12 de diciembre Juan Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba.

El indio avergonzado le explicó lo que ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano. Entonces el indio le pidió la señal que debía llevar al obispo. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo.

Una vez ante Monseñor Zumarraga Juan Diego desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe. Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio.

Pio X la proclamó como "Patrona de toda la América Latina", Pio XI de todas las "Américas", Pio XII la llamó "Emperatriz de las Américas" y Juan XXIII "La Misionera Celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Américas".

La imagen de la Virgen de Guadalupe se venera en México con grandísima devoción, y los milagros obtenidos por los que rezan a la Virgen de Guadalupe son extraordinarios.





domingo, 11 de diciembre de 2022

Santa Maravilla de Jesús

Hoy celebramos la memoria de Santa Maravillas de Jesús, carmelita descalza, de quien la Hermandad posee una reliquia la cual va a los pies de Ntra. Sra. de los Dolores y Ntra. Sra. de la Soledad en nuestras estaciones de penitencia. 

María de las Maravillas de Jesús Pidal y Chico de Guzmán nació en Madrid el 4 de noviembre de 1891. Desde su infancia deseó consagrarse a Dios y dedicó su juventud a ayudar a los necesitados. Atraída por la espiritualidad de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz, y movida por su amor a la Virgen María, ingresó en el Carmelo de El Escorial el 12 de octubre de 1919.

En 1924 fundó un monasterio de Carmelitas Descalzas en El Cerro de los Ángeles, centro geográfico de la península, junto al monumento del Corazón de Jesús, como lugar de oración y de inmolación por la Iglesia y por España.

Durante la persecución religiosa la Madre Maravillas brilló por su espíritu de reparación, fortaleza, serenidad y confianza en el Señor. Bajo el signo de la fidelidad a Santa Teresa fundó otros diez Carmelos recuperando lugares de tradición teresiano-sanjuanista. Priora durante largos años, enseñó a sus hermanas con el testimonio de sus virtudes y se distinguió por su vida mística, ardor apostólico y por la bondad unida a la firmeza ante quienes la tenían por verdadera madre. Murió en el Carmelo de La Aldehuela, el 11 de diciembre de 1974, expresando “¡Qué felicidad morir Carmelita!”.

Fue beatificada por vuestra Santidad el 10 de mayo de 1998.

Fue canonizada por el Papa Juan Pablo II, el domingo 4 de mayo de 2003 (tercer domingo de Pascua), durante la V visita de Su Santidad a España. La misa de canonización se realizó en la Plaza Madrid de Colón.




III Domingo de Adviento

 III Domingo de Adviento

“Adviento es un tiempo en el que, preparando el pesebre para el Niño Jesús, aprendemos de nuevo quién es nuestro Señor; un tiempo en el que salir de ciertos esquemas y prejuicios hacia Dios y los hermanos”. (Francisco I)





jueves, 8 de diciembre de 2022

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

 Cada 8 de diciembre, la Iglesia celebra el dogma de fe que nos revela que, por la gracia de Dios, la Virgen María fue preservada del pecado desde el momento de su concepción, es decir desde el instante en que María comenzó la vida humana.

El 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus, el Papa Pío IX proclamó este dogma:

"...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles...".  (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854)

María es la "llena de gracia", del griego "kecharitomene" que significa una particular abundancia de gracia, es un estado sobrenatural en el que el alma está unida con el mismo Dios. María como la Mujer esperada en el Protoevangelio (Gn. 3, 15) se mantiene en enemistad con la serpiente porque es llena de gracia.

Las devociones a la Inmaculada Virgen María son numerosas, y entre sus devotos destacan santos como San Francisco de Asís y San Agustín. Además la devoción a la Concepción Inmaculada de María fue llevada a toda la Iglesia de Occidente por el Papa Sixto IV, en 1483.

El camino para la definición dogmática de la Concepción Inmaculada de María fue trazado por el franciscano Duns Scotto. Se dice que al encontrarse frente a una estatua de la Virgen María hizo esta petición: "Dignare me laudare te: Virgo Sacrata" (Oh Virgen sacrosanta dadme las palabras propias para hablar bien de Ti).

Y luego el franciscano hizo estos cuestionamientos:

1. ¿A Dios le convenía que su Madre naciera sin mancha del pecado original? 

Sí, a Dios le convenía que su Madre naciera sin ninguna mancha. Esto es lo más honroso, para Él.

2. ¿Dios podía hacer que su Madre naciera sin mancha de pecado original?

Sí, Dios lo puede todo, y por tanto podía hacer que su Madre naciera sin mancha: Inmaculada.

3. ¿Lo que a Dios le conviene hacer lo hace? ¿O no lo hace? 

Todos respondieron: Lo que a Dios le conviene hacer, lo que Dios ve que es mejor hacerlo, lo hace.

Entonces Scotto exclamó:

Luego

1. Para Dios era mejor que su Madre fuera Inmaculada: o sea sin mancha del pecado original.

2. Dios podía hacer que su Madre naciera Inmaculada: sin mancha

3. Por lo tanto: Dios hizo que María naciera sin mancha del pecado original. Porque Dios cuando sabe que algo es mejor hacerlo, lo hace.

La Virgen María es Inmaculada gracias a Cristo su hijo, puesto que Él iba a nacer de su seno es que Dios la hizo Inmaculada para que tenga un vientre puro donde encarnarse. Ahí se demuestra cómo Jesús es Salvador en la guarda de Dios con María y la omnipotencia del Padre se revela como la causa de este don. Así, María nunca se inclinó ante las concupiscencias y su grandeza demuestra que como ser humano era libre pero nunca ofendió a Dios y así no perdió la enorme gracia que Él le otorgó.

La Inmaculada Virgen María nos muestra la necesidad de tener un corazón puro para que el Señor Jesús pueda vivir en nuestro interior y de ahí naciese la Salvación. Y consagrarnos a ella nos lleva a que nuestra plegaria sea el medio por el cual se nos revele Jesucristo plenamente y nos lleve al camino por el cual seremos colmados por el Espíritu Santo.





domingo, 27 de noviembre de 2022

 COMENZAMOS hoy el tiempo de Adviento, unos días de espera porque sabemos que la venida de Jesús está cerca. La liturgia de este domingo nos invita a considerar nuestra vida de cara a esta llegada del Señor: «Concede a tus fieles, Dios todopoderoso, el deseo de salir acompañados de buenas obras al encuentro de Cristo que viene, para que, colocados a su derecha, merezcan poseer el reino de los cielos» . Toda nuestra existencia es un tiempo de espera hasta ese gran día en que Jesús vendrá para llevarnos junto a sí. Por eso, como preparación a ese encuentro, la sabiduría de la Iglesia nos hace suplicar a Dios un mayor deseo de hacer el bien. Escribe san Pablo en su carta a los Romanos: «Ya es hora de que despertéis del sueño, pues ahora nuestra salvación está más cerca que cuando abrazamos la fe» (Rm 13,11). Dios nos dejó en herencia este mundo nuestro, quiere que nos dediquemos a cuidar a los suyos, nos anima a sembrar el bien en nuestra vida y a nuestro alrededor. Algún día –no sabemos cuándo– volverá el Señor. ¡Qué alegría llevaremos al corazón de Cristo cuando ese día salgamos a su encuentro! Hasta que llegue ese momento deseamos estar vigilantes, porque no sabemos ni el día ni la hora.


Este Adviento puede ser una buena ocasión para considerar aquellas tareas que Dios nos encomendó y ver cómo las estamos llevando adelante. Quizá, junto al agradecimiento por tantas alegrías, reconoceremos que hemos dejado de lado ciertos aspectos. Hoy podemos decidirnos a recomenzar en esos puntos, siguiendo el consejo que con frecuencia daba san Josemaría: «¿Recomenzar? Sí, recomenzar. Yo –me imagino que tú también– recomienzo cada día, cada hora, cada vez que hago un acto de contrición recomienzo».



martes, 22 de noviembre de 2022

Festividad de Santa Cecilia

Hoy, 22 de noviembre, la Iglesia celebra la memoria de Santa Cecilia, virgen y mártir,  quien fue declarada por Gregorio XIII patrona de la música en 1584.

Por ello queremos felicitar a todos los músicos, en especial, a la Agrupación Musical Virgen de la Sierra, quienes a lo largo del año nos acompañan en diferentes momentos. 

Santa Cecilia es una de las mártires de los primeros siglos más venerada por los cristianos. Se dice que el día de su matrimonio, mientras los músicos tocaban, ella cantaba a Dios en su corazón. Su fiesta se celebra el 22 de noviembre y se le considera patrona de músicos y poetas. Es representada generalmente tocando un instrumento musical o cantando.

Las actas de la Santa la presentan como integrante de una familia noble de Roma, que se habría convertido al cristianismo durante su infancia. Cecilia, como lo hicieron numerosas mujeres cristianas de los primeros siglos, consagró su virginidad a Dios. Aún así, fue entregada en matrimonio por su padre, quien la casó con un joven pagano llamado Valeriano.

La noche de bodas, Cecilia le dijo a Valeriano: "Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber que un ángel del Señor vela por mí. Si me tocas como si fuera yo tu esposa, el ángel se enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio si me respetas, el ángel te amará como me ama a mí”.

El esposo le pidió que le mostrara al ángel y que haría lo que ella le pidiera. Cecilia le dijo que si él creía en el Dios vivo y verdadero y recibía el bautismo, entonces vería al ángel. Valeriano fue a buscar al obispo de Roma, Papa Urbano, quien lo instruyó en la fe y lo bautizó. Tiempo después, el ángel se le apareció a ambos y les puso una guirnalda de rosas y lirios sobre la cabeza como símbolo de su unión espiritual. El hermano de Valeriano, Tiburcio, contagiado de la alegría de los jóvenes esposos se acercaría a ellos y también se haría cristiano.

Lamentablemente, la persecución contra los cristianos alcanzaría a Valeriano y Tiburcio, quienes murieron martirizados por órdenes del prefecto Turcio Almaquio. El relato prosigue señalando que Máximo, funcionario del prefecto, fue designado para ejecutar la sentencia pero que se negó a cumplirla porque se había convertido al cristianismo. El prefecto entonces ordenó que fuera ejecutado junto a los hermanos. Cecilia recogió los restos de los tres hombres y los enterró en una tumba cristiana.

No pasaría mucho tiempo para que Cecilia también fuese víctima de la persecución y condenada a muerte. Se le ordenó rendir culto públicamente a los dioses paganos pero se negó. Por ello fue condenada a morir por ahogamiento en la fuente de baño de su propia casa. Como no pudieron matarla, hirvieron agua y la colocaron en ella, pero eso tampoco funcionó. El Prefecto entonces pidió que fuese degollada. El relato da cuenta de que el ejecutor dejó caer su espada tres veces sobre su cuello sin tener éxito. Asustado, el verdugo huyó dejando a la joven virgen bañada en su propia sangre. Se dice que Cecilia vivió tres días más. El papa Urbano I enterró su cuerpo en la catacumba del papa Calixto I.

En marzo de 2014, el Papa Francisco se refirió a los mártires de los primeros tiempos cristianos, como Santa Cecilia, y dijo que “llevaban siempre con ellos el Evangelio: ellos llevaban el Evangelio; ella, Cecilia llevaba el Evangelio. Porque es precisamente nuestro primer alimento, es la Palabra de Jesús, lo que nutre nuestra fe”.

En Trastévere, Roma, se edificó la Basílica de Santa Cecilia en el siglo V. Allí actualmente se encuentra la famosa estatua de tamaño natural y del escultor Maderna, que muestra a la Santa como si estuviera dormida, recostada del lado derecho.








lunes, 21 de noviembre de 2022

Fiesta de la Presentación de María en el Templo

El día 21 de noviembre celebramos la Presentación de la Virgen. María es ofrecida a Dios por sus padres, Joaquín y Ana, en el Templo de Jerusalén.

Fueron callados, como su humildad, los años de infancia de María Santísima. Nada nos dice la Sagrada Escritura. Los cristianos, sin embargo, deseaban conocer con más detalle la vida de María. Era una aspiración legítima. Y como los evangelios guardan silencio hasta el momento de la Anunciación, la piedad popular, inspirada en varios pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento, elaboró pronto algunas narraciones sencillas que luego se recogerían en el arte, en la poesía y en la espiritualidad cristiana.

Uno de estos episodios, quizá el más representativo, es la Presentación de la Virgen. María es ofrecida a Dios por sus padres, Joaquín y Ana, en el Templo de Jerusalén; lo mismo que otra Ana, madre del profeta Samuel, ofreció a su hijo para el servicio de Dios en el tabernáculo donde se manifestaba su gloria (cfr. 1 Sam 1, 21-28); igual que, años después, María y José llevarían a Jesús recién nacido al Templo para presentarlo al Señor (cfr. Lc 2, 22-38).

En rigor, no hay una historia de estos años de la Virgen, sino lo que la tradición nos ha ido transmitiendo. 

El primer texto escrito que refiere este episodio —de él dependen los numerosos testimonios de la tradición posterior— es el Protoevangelio de Santiago un escrito apócrifo del siglo II. Apócrifo significa que no pertenece al canon de los libros inspirados por Dios; pero esto no excluye que algunos de estos relatos tengan ciertos elementos verdaderos. 

En efecto, despojado de los detalles posiblemente legendarios, la Iglesia incluyó este episodio en la liturgia: primero en Jerusalén, donde en el año 543 se dedicó la basílica de Santa María Nueva en recuerdo de la Presentación; en el siglo XIV, la fiesta pasó a Occidente, donde su conmemoración litúrgica se fijó el 21 de noviembre.

María en el Templo. Toda su belleza y su gracia —estaba llena de hermosura en el alma y en el cuerpo— eran para el Señor. Éste es el contenido teológico de la fiesta de la Presentación de la Virgen. 

Y en este sentido la liturgia le aplica algunas frases de los libros sagrados: en el tabernáculo santo, en su presencia, le di culto, y así me establecí en Sión. En la ciudad amada me dio descanso, y en Jerusalén está mi potestad. Arraigué en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad (Sir 24, 15-16).

Lo mismo que Jesús cuando fue presentado en el Templo, María continuaría viviendo con Joaquín y Ana una vida normal. Donde Ella estaba —sujeta a sus padres, creciendo hasta hacerse mujer—, allí estaba la llena de gracia (Lc 1, 28), con el corazón dispuesto para un servicio completo a Dios y a todos los hombres, por amor a Dios.

La Virgen fue madurando ante Dios y ante los hombres. Nadie notó nada extraordinario en su comportamiento, aunque, sin duda, cautivaría a quienes tenía alrededor, porque la santidad atrae siempre; más aún en el caso de la Toda Santa. 

Era una doncella sonriente, trabajadora, metida siempre en Dios, y a su lado todos se sentían a gusto. En sus ratos de oración, como buena conocedora de la Sagrada Escritura, repasaría una y otra vez las profecías que anunciaban el advenimiento del Salvador. Las haría vida suya, objeto de su reflexión, motivo de sus conversaciones. Esa riqueza interior se desbordaría luego en el Magnificat el espléndido himno que pronunció al escuchar el saludo de su prima Isabel.

Todo en la Virgen María estaba orientado hacia la Santísima Humanidad de Jesucristo, el verdadero Templo de Dios. La fiesta de su Presentación expresa esa pertenencia exclusiva de Nuestra Señora a Dios, la completa dedicación de su alma y de su cuerpo al misterio de la salvación, que es el misterio del acercamiento del Creador a la criatura.

Como cedro del Líbano crecí, como ciprés de los montes del Hermón. Crecí como palmera en Engadí, como jardín de rosas en Jericó, como noble olivo en la planicie, como plátano crecido junto al agua en las plazas (Sir 24, 17-19). Santa María hizo que en torno suyo floreciera el amor a Dios. Lo llevó a cabo sin ser notada, porque sus obras eran cosas de todos los días, cosas pequeñas llenas de amor.





domingo, 20 de noviembre de 2022

CRISTO REY DEL UNIVERSO

 La celebración de la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, cierra el Año Litúrgico en el que se ha meditado sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio del Reino de Dios.

La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925. El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.

Durante el anuncio del Reino, Jesús nos muestra lo que éste significa para nosotros como Salvación, Revelación y Reconciliación ante la mentira mortal del pecado que existe en el mundo. Jesús responde a Pilatos cuando le pregunta si en verdad Él es el Rey de los judíos: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí" (Jn 18, 36). Jesús no es el Rey de un mundo de miedo, mentira y pecado, Él es el Rey del Reino de Dios que trae y al que nos conduce.



jueves, 17 de noviembre de 2022

FIESTA DE SANTA ISABEL DE HUNGRÍA

Cada 17 de noviembre la Iglesia celebra a Santa Isabel, hija de Andrés, rey de Hungría. Isabel fue una joven madre que aprovechó su posición para ayudar a Cristo en los más pobres. Al morir su esposo, abrazó la pobreza y se dedicó a la vida religiosa. Construyó un hospital donde servía ella misma a los enfermos, convirtiéndose después de su canonización en símbolo de la caridad cristiana en muchos lugares de Europa.

Isabel de Hungría nació en 1207 y fue dada en matrimonio a Luis I, Landgrave de Turingia-Hesse. Debido a dicho compromiso, desde temprana edad fue enviada al castillo de Wartburg para que se educase en la corte de Turingia. Allí soportó santamente la pena por la separación de su familia, así como algunas incomprensiones que supo superar con ánimo amable y oración constante, llegando a ser muy querida.

Cuando Luis de Turingia heredó la condición de Landgrave, se casó con Isabel. Dios le regaló tres hijos y un matrimonio feliz. Luis no ponía mayor impedimento para sus obras de caridad y la dejaba repartir sus bienes entre los pobres. Se dice además que Luis se preocupaba cariñosamente por ella, para que no se exceda en sacrificios y descanse adecuadamente. Y es que Isabel tenía la costumbre de levantarse de madrugada para orar, aun después de su intenso trabajo.

Llegó un tiempo en el que el hambre azotó Turingia. Santa Isabel gastó cuanto recurso pudo para ayudar a los campesinos del reino e incluso repartió el grano que estaba reservado para su casa. Esto le valió grandes críticas, pero ella no se dejó amilanar. Como el castillo en el que vivía junto al Landgrave quedaba sobre una colina, mandó construir un hospital al pie del monte donde ella atendía a los enfermos personalmente, daba de comer a los necesitados con sus propias manos y pagaba el cuidado y educación de los niños huérfanos.

Lamentablemente, su esposo, Luis, murió camino de la cruzada organizada por Federico II, víctima de la peste, por lo que Santa Isabel sufrió mucho. Luego vendrían los conflictos en la corte y el arrebato de la corona de su esposo por mano de su cuñado. En ausencia de Luis, Isabel ya se había entregado a la administración de la corona y había visitado los territorios que le pertenecían. Ascendido su cuñado a Landgrave le impidió continuar con sus obras de caridad, por lo que Isabel decidió dejar la corte.

Más adelante, habiendo previsto que a sus hijos no les falte nada, tomó el hábito de la tercera orden de San Francisco. A partir de entonces, vivió una vida de pobreza. Hilaba o cargaba lana para su sustento y el de los enfermos que dependían de ella, vivió austeramente y trabajó hasta el final de sus días. Murió el 17 de noviembre de 1231, con solo 24 años.

Se dice que el mismo día de su muerte, un franciscano lego se había destrozado uno de los brazos en un accidente y sufría postrado dolores terribles. En eso, se le apareció Santa Isabel portando un vestido radiante. El hermano le preguntó por qué estaba tan hermosamente vestida, a lo que ella respondió: “Es que voy para la gloria. Acabo de morir para la tierra. Estire su brazo ya que ha quedado curado”.



miércoles, 2 de noviembre de 2022

Conmemoración de todos los fieles difuntos

 Hoy, 2 de noviembre, la Iglesia Católica celebra la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos.

“El recuerdo de los difuntos, el cuidado de los sepulcros y los sufragios son testimonios de confiada esperanza, arraigada en la certeza de que la muerte no es la última palabra sobre la suerte humana, puesto que el hombre está destinado a una vida sin límites, cuya raíz y realización están en Dios” (Papa Francisco).

Hoy miles de personas en todo el mundo visitan los cementerios para honrar la memoria de sus seres queridos y de todos aquellos que partieron al encuentro con Dios. En este día la Iglesia toda dedica la liturgia a animar a los fieles a orar por el eterno descanso de quienes han muerto, con la esperanza de que todos, en el día que no conoce final, nos podamos reunir en el amor infinito de Dios.

Constituye una obra de caridad indispensable que quienes aún peregrinamos en este mundo oremos y hagamos sacrificios por las almas del Purgatorio, conscientes de que muchos entre quienes nos han precedido necesitan aún purgar sus faltas para poder gozar de Dios de manera definitiva. Recomendables son las oraciones de intercesión ofrecidas a la Virgen María, de manera especial el Santo Rosario; también es bueno pedir la intercesión de los santos a través de novenas u oraciones votivas; y, finalmente, no debemos olvidar que toda oración debe estar acompañada de obras de caridad o pequeños sacrificios de la vida cotidiana como, por ejemplo, la limosna, esto es, compartir nuestros bienes con los más necesitados. También es muy recomendable averiguar y poner en práctica las distintas alternativas que da la Iglesia universal o las Iglesias locales para obtener la Indulgencia Plenaria por los difuntos.


ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN

POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo quisisteis nacer, ser circuncidado, desechado de los judíos, entregado con el beso de Judas, atado con cordeles, llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anás, Caifás, Pilato y Herodes; escupido y acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios, desgarrado con azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el rostro con una púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la cruz y levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dándoos a beber hiel y vinagres y herido el costado con la lanza. Librad, Señor, por tantos y tan acerbísimos dolores como habéis padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio de las penas en que están; llevadlas a descansar a vuestra santísima Gloria, y salvadnos, por los méritos de vuestra sagrada Pasión y por vuestra muerte de cruz, de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión de aquel Reino, adonde llevasteis al buen ladrón, que fue crucificado con Vos, que vivís y reináis con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.



martes, 1 de noviembre de 2022

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

 El 1 de noviembre la Iglesia Católica celebra la Solemnidad de Todos los Santos, tanto los conocidos como los anónimos. Es la celebración de todos aquellos que comparten el triunfo y la gloria de Cristo en virtud a su esfuerzo por seguir de cerca al Maestro. La Iglesia celebra este día vestida de blanco, al verse confirmada como madre que convoca a sus hijos a la salvación; mientras que los hijos se ven fortalecidos por el ejemplo de quienes se adelantaron en la fe y la caridad.

San Juan Pablo II decía: “Hoy nosotros estamos inmersos con el espíritu entre esta muchedumbre innumerable de santos, de salvados, los cuales, a partir del justo Abel, hasta el que quizá está muriendo en este momento en alguna parte del mundo, nos rodean, nos animan y cantan todos juntos un poderoso himno de gloria”. Y es que esta Solemnidad es día propicio para compartir el júbilo por la obra salvífica de Dios a lo largo de los siglos. Obra que no se detiene jamás y que se renueva, a cada instante, en cada ser humano que responde a la gracia de Dios, viviendo el llamado a la plenitud en el amor.

La Solemnidad de Todos los Santos tiene sus orígenes en el siglo IV, cuando el número de mártires de la Iglesia llegó a ser tal que era imposible destinar un día del año para recordar a cada mártir. Entonces, la Iglesia optó por hacer una celebración conjunta para honrar a todos los que habían alcanzado el cielo, en un solo día, una vez al año.

Cuando el 13 de mayo de 610, el Papa Bonifacio IV dedicó el Panteón romano al culto cristiano, consagró el nuevo templo a la Bienaventurada Madre de Dios y a todos los mártires. A partir de entonces, la celebración de Todos los Santos quedó fijada en esa fecha, y así permanecería por muchos años hasta que el Papa Gregorio IV, en el siglo VII, trasladó la celebración al 1 de noviembre.

Es necesario que no perdamos de vista aquello a lo que estamos llamados como cristianos: vivir la santidad y realizar todo bien que provenga de Dios.

En el año 2013, el Papa Francisco hizo una hermosa exhortación a la multitud que lo acompañaba en la celebración de esta Solemnidad: “Dios te dice: no tengas miedo de la santidad, no tengas miedo de apuntar alto, de dejarte amar y purificar por Dios, no tengas miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo. Dejémonos contagiar por la santidad de Dios”.

No olvidemos nunca que ¡estamos llamados a ser santos! Y que debemos recordar y agradecer la vida de esos hombres y mujeres que lo dieron todo por amor.




sábado, 22 de octubre de 2022

Fiesta de San Juan Pablo II

Hoy, 22 de octubre, la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Juan Pablo II, el Papa peregrino, el Pontífice que viajó por el mundo entero llevando un mensaje de paz y reconciliación. Juan Pablo II, como heredero del Concilio Vaticano II, contribuyó enormemente a su asimilación, desarrollando un nutrido y sólido magisterio. Puestos los pies sobre el suelo firme de la tradición de la Iglesia y el Evangelio, supo proyectarse al futuro convocando a todos a ser parte de una “Nueva Evangelización”. Juan Pablo II fue también un defensor incansable de la vida y la familia en todos los frentes. Así lo testimonian sus palabras: “el matrimonio y la familia cristiana edifican la Iglesia. Los hijos son el fruto precioso del matrimonio".

Karol Jósef Wojtyla, más conocido como San Juan Pablo II, nació en Wadowice (Polonia) en 1920. Sus padres, católicos fervorosos, lo educaron en la calidez de la fe. Su juventud estuvo marcada por el ambiente desolador y trágico causado por la Segunda Guerra Mundial y la invasión nazi a Polonia. Aun así, pudo ingresar al seminario y seguir su formación de manera clandestina. Fue ordenado sacerdote en 1946 y en 1958 se convirtió en obispo auxiliar en la arquidiócesis de Cracovia. Al ser ordenado obispo, Karol escogió como lema oficial la expresión latina “Totus Tuus” (todo tuyo) en honor a María Santísima, y que mantuvo durante su pontificado.

Wojtyła participó activamente en las sesiones del Concilio Vaticano II (1962-1965). Fue importante su colaboración en la elaboración de las constituciones dogmáticas “Gaudium et Spes” y “Lumen Gentium”. En 1964 sería nombrado Arzobispo Metropolitano de Cracovia y posteriormente, el 29 de mayo de 1967, creado cardenal por el ahora Papa San Pablo VI, convirtiéndose en el segundo más joven de aquella época, con solo 47 años de edad. Su labor como arzobispo se caracterizó por la promoción de la pastoral para los sordomudos y ciegos, creó además el “Instituto de familia” y el programa “S.O.S. Cardenal Wojtyla” para ayudar a madres solteras en peligro de abortar.

A la muerte de Juan Pablo I en 1978, Wojtyla es elegido Sumo Pontífice, adoptando el nombre de “Juan Pablo II”, en honor a su predecesor. Realizó 104 viajes apostólicos fuera de Italia y 146 al interior de ese país. Su pontificado fue el segundo más largo de la historia: 26 años, 5 meses y 18 días (9,666 días en total), de 1978 a 2005. A Juan Pablo II se le reconoce como uno de los artífices de la caída de los regímenes comunistas totalitarios de la Europa Oriental de la segunda mitad del s. XX. Ejerció, en ese sentido, un liderazgo decisivo en la consecución de la paz mundial y la liberación de los pueblos de las ideologías. También fue un crítico de los excesos del sistema capitalista y un defensor de la clase trabajadora.

Lamentablemente, el Papa Juan Pablo II fue víctima de la violencia: sufrió un atentado contra su vida el 13 de mayo de 1981 (día de la Virgen de Fátima), del que salió muy mal herido aunque logró sobrevivir providencialmente. Dio un gran ejemplo al mundo cuando, ya recuperado, visitó en la cárcel al hombre que le disparó, el ciudadano turco Mehmet Ali Ağca, concediéndole el perdón.

San Juan Pablo II siempre estuvo preocupado por los jóvenes. Fue él quien impulsó las “Jornadas Mundiales de la Juventud'', con las que congregó a millones de ellos, provenientes de todas partes del mundo. También fue el inspirador y promotor de los “Encuentros Mundiales de las Familias''.

El Papa peregrino partió a la Casa del Padre el 2 de abril de 2005, a los 84 años de edad. Fue beatificado por el Papa Benedicto XVI en 2011 y canonizado en abril de 2014 por el Papa Francisco. En la homilía de la ceremonia de canonización, Francisco señaló lo siguiente: “San Juan Pablo II fue el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia”.



miércoles, 19 de octubre de 2022

DÍA MUNDIAL CONTRA EL CÁNCER DE MAMA

 Hoy, día mundial contra el cáncer de mama, le pedimos a Nuestra Madre por todas aquellas que sufren esta enfermedad, por sus familiares y por los que trabajan por la prevención y el tratamiento de la misma. También tenemos presente a todas aquellas que ya no están, que Nuestra Señora de la Soledad las acoja bajo su manto.



miércoles, 12 de octubre de 2022

Beato Carlo Acutis

Hoy recordamos la memoria del Beato Carlo Acutis, "un chico de quince años, enamorado de la Eucaristía. No se instaló en una cómoda inmovilidad, sino que comprendió las necesidades de su tiempo, porque en los más débiles veía el rostro de Cristo. Su testimonio indica a los jóvenes de hoy que la verdadera felicidad se encuentra poniendo a Dios en primera posición y sirviéndolo en los hermanos, especialmente en los últimos". (Francisco I)

“Su vida es un modelo particularmente para los jóvenes, para no encontrar justificaciones no solo en los éxitos efímeros, sino en los valores perennes que Jesús sugiere en el Evangelio, es decir, para poner a Dios en primer lugar en las grandes y pequeñas circunstancias de la vida, y para servir a los hermanos, especialmente a los últimos” (Palabras del Cardenal Agostino Vallini en la Homilía de la Misa de beatificación de Carlo Acutis - 10 de octubre de 2020).

Hay algo esencial en la vida cristiana, algo que Carlo supo vivir muy bien: el centro de todo debe ser Dios. Cuando hacemos de Cristo “la piedra angular” de nuestras existencias, la santidad se hace posible.


Nada podrá separarnos del amor de Dios

Carlo Acutis nació el 3 de mayo de 1991 en Londres (Inglaterra), ciudad donde trabajaban sus padres, Andrea Acutis y Antonia Salzano, ambos italianos. Meses después de su nacimiento, los padres de Carlo decidieron regresar a Italia y se mudaron con él a Milán.

Desde muy pequeño, Carlo evidenció un cariño especial por Dios y una sensibilidad muy peculiar para aprender y conocer las cosas relativas a la fe -a pesar de que sus padres no eran particularmente devotos en ese entonces-.

Aquel amor por el Señor no pararía de crecer y se fortalecería aún más en su adolescencia, cuando a Carlo le diagnosticaron leucemia mieloide aguda. En ese momento, lejos de desesperar, Carlo manifestó su deseo de ofrecer su sufrimiento “por el Señor, el Papa y la Iglesia”.

Así revelaba una profunda madurez espiritual a sus cortos 15 años, expresión de un corazón que fue tomando precozmente la forma del Corazón de Cristo.

Son abundantes los testimonios sobre la alegría de Carlo, su fortaleza, su preocupación por el bien de los que le rodeaban, su sensibilidad y empatía para con sus compañeros del colegio -especialmente si eran maltratados-; o, con los pobres, a quienes asistió en numerosas ocasiones junto a sus amigos.

A todos les llamaba la atención la naturalidad con la que el joven se acercaba a los enfermos, a los necesitados o a quien estuviese sufriendo, como asegurándose de que Dios estuviera en sus vidas, y que sea su amor el que los alivie -material o espiritualmente-.


Dios presente en la Internet

A Carlo Acutis lo han llamado “Ciberapóstol de la Eucaristía”, “Apóstol de los millennials” y, más recientemente, “Apóstol de la Internet”; y es que hay razones suficientes para ello: Carlo fue un promotor y divulgador, por iniciativa propia, de los milagros eucarísticos en el ciberespacio. Una de las cosas más interesantes que hizo fue diseñar un sitio web con ese fin.

Allí escribió: “Mientras más frecuente sea nuestra recepción de la Eucaristía, más seremos como Jesús. Y en esta tierra podremos pregustar el Cielo”. Es claro que sus palabras revelan la sana comprensión que tenía de las nuevas tecnologías y su utilidad en la evangelización.

Se dice también que gustaba de los videojuegos y que incluso tuvo una consola PlayStation 2, la que por decisión propia solo usaba los domingos durante una hora.


Autopista al Cielo

Sabemos que todo santo es hijo de su tiempo, aunque capaz de cuestionar las condiciones propias del momento en el que vive. En ese sentido, cualquier cosa que pueda decirse de Carlo Acutis solo puede entenderse bajo ese principio.

Vivió como un chico común de finales del siglo XX -paseaba, jugaba, estudiaba, ayudaba en casa, se divertía con amigos y familiares-, pero no se limitó a eso: Carlo escogió la ruta hacia lo eterno, la parte mejor, sin dejarse llevar por la corriente en contra.

El joven beato tuvo un trato frecuente con la Eucaristía -en la oración frente al Santísimo Sacramento y en la comunión frecuente- y una hermosa relación con la Virgen María. Carlo iba a misa varias veces por semana y amaba rezar el Rosario todos los días.

Fue un joven forjado en la oración que no se perdió en el “bullicio” del mundo de hoy. Constantemente decía: “La Eucaristía es mi autopista al Cielo”.


Camino a los altares

Carlo murió el 12 de octubre de 2006, día de la Virgen del Pilar. Fue sepultado en Asís, por pedido suyo, debido al gran amor que le tenía a San Francisco. Su causa de beatificación se abrió en 2013. Fue declarado “Venerable” en 2018 y desde el pasado 10 de octubre de 2020, se cuenta entre los beatos.

El milagro que hizo posible su beatificación sucedió en Brasil. Gracias a su intercesión, un niño resultó curado de una grave enfermedad.

El niño que quedó curado se llama Matheus. Él padecía una malformación congénita conocida como páncreas anular, condición que impide la correcta ingesta y digestión de los alimentos, entorpece la nutrición y atrofia el crecimiento de una persona, causándole además numerosos malestares.

La madre de Matheus tuvo noticia de Carlo Acutis a través de un sacerdote amigo y se dedicó a pedir su intercesión por la curación de su hijo. El milagro tuvo lugar después de que Matheus venerara una de las reliquias del nuevo Beato.


Oración al Beato Carlo Acutis

Oh Padre,
que nos has dado el testimonio ardiente,
del joven Venerable  Carlo Acutis,
que convirtió la Eucaristía en el centro de su vida
y la fuerza de su dedicación cotidiana
para que los demás también Te amaran sobre todas las cosas,
haz que pueda
formar parte de los Beatos y los Santos de tu Iglesia.

Confirma mi fe,
alimenta mi esperanza,
fortalece mi caridad,
a imagen del joven Carlo,
que, creciendo en estas virtudes,
ahora vive a Ti.
Concédeme la gracia que tanto necesito...

Confío en Ti, Padre,
y en tu amadísimo Hijo Jesús,
en la Virgen María, nuestra dulcísima Madre,
y en la intercesión de Tu Venerable  Carlo Acutis.

Se reza un Padrenuestro, un Ave María y un gloria.

Domingo de la Divina Misericordia

   "La humanidad no conseguirá la paz hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia" (Diario, 300) La Fiesta de la Divina...