domingo, 28 de febrero de 2021

CARTEL SEMANA SANTA 2021

 Este es el cartel de la Semana Santa de Villarrubia de los Ojos para este año 2021. El cartel es obra de Javier Cervantes Soria. En el aparecen los titulares de las tres hermandades de pasión de la localidad, Ntra. Sra. de la Esperanza, Jesús Nazareno y Ntra. Sra. de la Soledad. Así mismo, aparece representada la Resurrección de Cristo, centro de nuestra fe, pues “Si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación y vana es nuestra fe” (1 Cor 15, 14). Se puede ver al fondo el sepulcro con la piedra rodada y el sudario en el suelo.

Cada año el cartel de Semana Santa es presentado por una de las tres hermandades, pero ante la situación especial que estamos viviendo, la Junta de Hermandades de Pasión junto con las tres Hermandades de Pasión de Villarrubia de los Ojos, tomaron la decisión de que el cartel de 2021 apareciera representadas las tres hermandades.




V DOMINGO: San José, Custodio del Redentor

Continuamos con la tradición consistente en dedicar los siete domingos anteriores a la fiesta de San José, a acudir a él, para expresarle cariño y pedirle gracias. 

Hoy es el quinto domingo.




viernes, 26 de febrero de 2021

NUEVAS BALCONERAS

 Ya están a la venta las nuevas balconeras de Ntra. Sra. de la Soledad y de Ntra. Sra. de los Dolores.

Pueden adquirirlas poniéndose en contacto con cualquier miembro de la junta directiva.





II Palabra de Cristo en la Cruz: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”.

 Hoy meditamos la II palabra de Cristo en la Cruz:

"Te lo aseguro, hoy estarás conmigo en el Paraíso". (Lc 23, 43)

Junto a Cristo habían crucificado a dos malhechores. Uno de ellos, le dice "acuérdate de mi cuando llegues a tu Reino". Y Jesús que no había hablado cuando el otro malhechor le insultaba, se dirige a éste para prometerle el Paraíso.

El mismo Paraíso que nos ofrece a cada uno de los hombres que creen en Él, pues hemos sido creados para vivir en comunión o Cristo.





domingo, 21 de febrero de 2021

IV Domingo: 21 de febrero de 2021 Justicia y Santidad de José

 Continuamos con la tradición consistente en dedicar los siete domingos anteriores a la fiesta de San José, a acudir a él, para expresarle cariño y pedirle gracias. 

Hoy es el cuarto domingo.




sábado, 20 de febrero de 2021

SANTOS FRACISCO Y JACINTA MARTO

Hoy, 20 de febrero, la Iglesia celebra la memoria de San Francisco y Santa Jacinta Marto, dos de los tres videntes de Fátima. Junto con su prima Lucía Dos Santos fueron agraciados por las apariciones de Nuestra Señora en Fátima.

Los hermanos Francisco -nacido el 11 de junio de 1908- y Jacinta -nacida dos años después, el 11 de marzo de 1910- Martos son, con la excepción de algunos niños mártires, los más jóvenes en haber sido elevados a los altares por la Iglesia Católica. Junto a su prima hermana, sor Lucía Dos Santos (1907-2005), fueron los agraciados por las apariciones de Nuestra Señora en Fátima.

Los tres eran de origen humilde, hijos de unos padres -emparentados entre ellos- que se ganaban la vida cultivando unas hortalizas y pastoreando a unas pocas ovejas; tareas en las que los tres niños colaboraron desde muy pronto. Eran todos oriundos de Ajustrel, aldea situada en el centro de Portugal, y llevaban, tanto padres, como hijos una vida típica de sencillez cristiana.

En 1916, a los tres pastorcillos se les apareció un ángel. Pero fue al año siguiente, el 13 de mayo de 1917, cuando, en una encina de la pendiente de Cova de Iría se les apareció Nuestra Señora. Fue la primera de varias apariciones, en las que les reveló los tres secretos y les pidió que rezaran el rosario a diario para lograr la salvación del mundo. Solo la fe de los tres niños les permitió vencer la incredulidad de sus mayores y de las autoridades eclesiásticas cuando les relataron lo ocurrido. De ahí el interés que suscitan sus personalidades, especialmente la de los dos beatos.

Según cuenta Sor Lucía en sus memorias, «Francisco no parecía hermano de Jacinta, sino en la fisionomía del rostro y en la práctica de la virtud. No era tan caprichoso y vivo como ella. Al contrario, era de un natural pacífico y condescendiente». Sin embargo, ambos demostraron madurez sobrenatural; en el caso de Francisca cuando Nuestra Señora le anunció, en la aparición del 13 de junio de 1917, que pronto se le llevaría de este mundo. El joven pastor empezó enfermar de gripe española a finales de 1918 y murió el 4 de abril de 1919.

Jacinta empezó a enfermar por las mismas fechas que su hermano. Sin embargo, su calvario -que no le fue anunciado por Nuestra Señora- fue más largo y se prolongó hasta el 20 de febrero de 1920. Con la muerte de Francisca se cumplió la promesa que a ella y a Francisco les hizo la Virgen: «Tendréis mucho que sufrir, pero la gracia de Dios será vuestra fortaleza».

Años después, en 1935, los cuerpos de los dos pastorcillos fueron exhumados para ser trasladados del cementerio de Ajustrel a la Basílica de Fátima, el de Jacinta permanecía incorrupto. Fueron beatificados el 13 de mayo de 2000 por Juan Pablo II y canonizados por el Papa Francisco el 13 de mayo de 2017.










viernes, 19 de febrero de 2021

Las siete palabras de Cristo en la Cruz. 1ª palabra

 La oración, es junto con el ayuno y la limosna uno de los caminos para prepararnos para la celebración del Misterio Pascual. Es por ello que cada viernes de cuaresma meditaremos una de las siete palabras de Cristo en la Cruz. las siete palabras de Jesús en la cruz son un gran legado espiritual para nosotros, que queremos amar más y mejor a Jesús.

Hoy meditamos la primera palabra. Jesús no sólo perdona, sino que pide el perdón de su Padre para los que lo han entregado a la muerte. No sólo pide el perdón para ellos, sino también para todos nosotros. Para todos los que con nuestros pecados somos el origen de su condena y crucifixión.






miércoles, 17 de febrero de 2021

Fiesta de los Siete Santos fundadores de los Siervos de María

En el siglo XIII, un grupo de siete jóvenes -la mayoría de origen noble- provenientes de la República de Florencia (hoy parte de Italia) decidieron abandonar sus riquezas para entregar sus vidas a Cristo y al Evangelio. Para dar aquel gran paso, ellos se habían encomendado fervientemente a la Madre de Dios. Con el tiempo su grupo se convertiría en la Orden de los Siervos de María; cuya fiesta conmemoramos hoy, 17 de febrero.

El 15 de agosto de 1233 (fiesta de la Asunción de María) la Virgen se les apareció y les pidió que renuncien al mundo y se dediquen exclusivamente a Dios. En ese momento, ellos ya eran parte de una cofradía llamada de los Laudenses. La solicitud de la Virgen hizo que Buonfiglio dei Monaldi (Bonfiglio), Giovanni di Buonagiunta (Bonagiunta), Bartolomeo degli Amidei (Amadeo), Ricovero dei Lippi-Ugguccioni (Hugo), Benedetto dell’Antella (Maneto), Gherardino di Sostegno (Sosteño) y Alesio de Falconieri (Alejo) asuman un llamado especial. Por eso repartieron todo su dinero entre los pobres y se retiraron al Monte Senario, cerca de Florencia, a rezar y a hacer penitencia. Allí construyeron una Iglesia y una ermita, en la que vivieron austeramente.

El Sumo Pontífice solicitó que fueran ordenados sacerdotes. Todos, excepto San Alejo Falconieri, el menor de ellos, aceptaron el pedido. Alejo, por humildad, prefirió permanecer siempre como hermano.

En 1239, los siete fundaron la orden religiosa de los Siervos de María, conocidos también como la Orden de los Servitas, o simplemente servitas, tras una nueva visión de la Virgen en la que les pedía que sigan las reglas de San Agustín y les mostró un hábito negro, recomendándoles que lo llevasen en memoria de la Pasión de su Hijo.

A partir del año siguiente, 1240, se hicieron conocidos y rápidamente extendieron su obra por toda Florencia, llegando a fundar otros conventos e iglesias. La característica de esta congregación es la gran devoción a la Santísima Virgen, la soledad y el retiro.

Los Siervos de María fueron reconocidos por la Santa Sede en el año 1304. Su memoria se conmemora el 17 de febrero, día en el que murió el último de sus miembros, San Alejo Falconieri, el año 1310.



CUARESMA 2021

Comenzamos hoy  la Cuaresma, un tiempo de conversión para prepararnos para la celebración del misterio pascual.

La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.

Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.

"Recorriendo el camino cuaresmal, que nos conducirá a las celebraciones pascuales, recordemos a Aquel que «se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz» (Flp 2,8). En este tiempo de conversión renovemos nuestra fe, saciemos nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza y recibamos con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo."



MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO

PARA LA CUARESMA 2021


«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén...» (Mt 20,18).

Cuaresma: un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad.


Queridos hermanos y hermanas:

Cuando Jesús anuncia a sus discípulos su pasión, muerte y resurrección, para cumplir con la voluntad del Padre, les revela el sentido profundo de su misión y los exhorta a asociarse a ella, para la salvación del mundo.

Recorriendo el camino cuaresmal, que nos conducirá a las celebraciones pascuales, recordemos a Aquel que «se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz» (Flp 2,8). En este tiempo de conversión renovemos nuestra fe, saciemos nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza y recibamos con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo. En la noche de Pascua renovaremos las promesas de nuestro Bautismo, para renacer como hombres y mujeres nuevos, gracias a la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, el itinerario de la Cuaresma, al igual que todo el camino cristiano, ya está bajo la luz de la Resurrección, que anima los sentimientos, las actitudes y las decisiones de quien desea seguir a Cristo.

El ayuno, la oración y la limosna, tal como los presenta Jesús en su predicación (cf. Mt 6,1-18), son las condiciones y la expresión de nuestra conversión. La vía de la pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna) y el diálogo filial con el Padre (la oración) nos permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante.

1. La fe nos llama a acoger la Verdad y a ser testigos, ante Dios y ante nuestros hermanos y hermanas.

En este tiempo de Cuaresma, acoger y vivir la Verdad que se manifestó en Cristo significa ante todo dejarse alcanzar por la Palabra de Dios, que la Iglesia nos transmite de generación en generación. Esta Verdad no es una construcción del intelecto, destinada a pocas mentes elegidas, superiores o ilustres, sino que es un mensaje que recibimos y podemos comprender gracias a la inteligencia del corazón, abierto a la grandeza de Dios que nos ama antes de que nosotros mismos seamos conscientes de ello. Esta Verdad es Cristo mismo que, asumiendo plenamente nuestra humanidad, se hizo Camino —exigente pero abierto a todos— que lleva a la plenitud de la Vida.

El ayuno vivido como experiencia de privación, para quienes lo viven con sencillez de corazón lleva a descubrir de nuevo el don de Dios y a comprender nuestra realidad de criaturas que, a su imagen y semejanza, encuentran en Él su cumplimiento. Haciendo la experiencia de una pobreza aceptada, quien ayuna se hace pobre con los pobres y “acumula” la riqueza del amor recibido y compartido. Así entendido y puesto en práctica, el ayuno contribuye a amar a Dios y al prójimo en cuanto, como nos enseña santo Tomás de Aquino, el amor es un movimiento que centra la atención en el otro considerándolo como uno consigo mismo (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 93).

La Cuaresma es un tiempo para creer, es decir, para recibir a Dios en nuestra vida y permitirle “poner su morada” en nosotros (cf. Jn 14,23). Ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, incluso de la saturación de informaciones —verdaderas o falsas— y productos de consumo, para abrir las puertas de nuestro corazón a Aquel que viene a nosotros pobre de todo, pero «lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14): el Hijo de Dios Salvador.

2. La esperanza como “agua viva” que nos permite continuar nuestro camino   

La samaritana, a quien Jesús pide que le dé de beber junto al pozo, no comprende cuando Él le dice que podría ofrecerle un «agua viva» (Jn 4,10). Al principio, naturalmente, ella piensa en el agua material, mientras que Jesús se refiere al Espíritu Santo, aquel que Él dará en abundancia en el Misterio pascual y que infunde en nosotros la esperanza que no defrauda. Al anunciar su pasión y muerte Jesús ya anuncia la esperanza, cuando dice: «Y al tercer día resucitará» (Mt 20,19). Jesús nos habla del futuro que la misericordia del Padre ha abierto de par en par. Esperar con Él y gracias a Él quiere decir creer que la historia no termina con nuestros errores, nuestras violencias e injusticias, ni con el pecado que crucifica al Amor. Significa saciarnos del perdón del Padre en su Corazón abierto.

En el actual contexto de preocupación en el que vivimos y en el que todo parece frágil e incierto, hablar de esperanza podría parecer una provocación. El tiempo de Cuaresma está hecho para esperar, para volver a dirigir la mirada a la paciencia de Dios, que sigue cuidando de su Creación, mientras que nosotros a menudo la maltratamos (cf. Carta enc. Laudato si’, 32-33;43-44). Es esperanza en la reconciliación, a la que san Pablo nos exhorta con pasión: «Os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co 5,20). Al recibir el perdón, en el Sacramento que está en el corazón de nuestro proceso de conversión, también nosotros nos convertimos en difusores del perdón: al haberlo acogido nosotros, podemos ofrecerlo, siendo capaces de vivir un diálogo atento y adoptando un comportamiento que conforte a quien se encuentra herido. El perdón de Dios, también mediante nuestras palabras y gestos, permite vivir una Pascua de fraternidad.

En la Cuaresma, estemos más atentos a «decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan», en lugar de «palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian» (Carta enc. Fratelli tutti [FT], 223). A veces, para dar esperanza, es suficiente con ser «una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia» (ibíd., 224).

En el recogimiento y el silencio de la oración, se nos da la esperanza como inspiración y luz interior, que ilumina los desafíos y las decisiones de nuestra misión: por esto es fundamental recogerse en oración (cf. Mt 6,6) y encontrar, en la intimidad, al Padre de la ternura.

Vivir una Cuaresma con esperanza significa sentir que, en Jesucristo, somos testigos del tiempo nuevo, en el que Dios “hace nuevas todas las cosas” (cf. Ap 21,1-6). Significa recibir la esperanza de Cristo que entrega su vida en la cruz y que Dios resucita al tercer día, “dispuestos siempre para dar explicación a todo el que nos pida una razón de nuestra esperanza” (cf. 1 P 3,15).

3. La caridad, vivida tras las huellas de Cristo, mostrando atención y compasión por cada persona, es la expresión más alta de nuestra fe y nuestra esperanza.

La caridad se alegra de ver que el otro crece. Por este motivo, sufre cuando el otro está angustiado: solo, enfermo, sin hogar, despreciado, en situación de necesidad… La caridad es el impulso del corazón que nos hace salir de nosotros mismos y que suscita el vínculo de la cooperación y de la comunión.

«A partir del “amor social” es posible avanzar hacia una civilización del amor a la que todos podamos sentirnos convocados. La caridad, con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo, porque no es un sentimiento estéril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos» (FT, 183).

La caridad es don que da sentido a nuestra vida y gracias a este consideramos a quien se ve privado de lo necesario como un miembro de nuestra familia, amigo, hermano. Lo poco que tenemos, si lo compartimos con amor, no se acaba nunca, sino que se transforma en una reserva de vida y de felicidad. Así sucedió con la harina y el aceite de la viuda de Sarepta, que dio el pan al profeta Elías (cf. 1 R 17,7-16); y con los panes que Jesús bendijo, partió y dio a los discípulos para que los distribuyeran entre la gente (cf. Mc 6,30-44). Así sucede con nuestra limosna, ya sea grande o pequeña, si la damos con gozo y sencillez.

Vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de COVID-19. En un contexto tan incierto sobre el futuro, recordemos la palabra que Dios dirige a su Siervo: «No temas, que te he redimido» (Is 43,1), ofrezcamos con nuestra caridad una palabra de confianza, para que el otro sienta que Dios lo ama como a un hijo.

«Sólo con una mirada cuyo horizonte esté transformado por la caridad, que le lleva a percibir la dignidad del otro, los pobres son descubiertos y valorados en su inmensa dignidad, respetados en su estilo propio y en su cultura y, por lo tanto, verdaderamente integrados en la sociedad» (FT, 187).

Queridos hermanos y hermanas: Cada etapa de la vida es un tiempo para creer, esperar y amar. Este llamado a vivir la Cuaresma como camino de conversión y oración, y para compartir nuestros bienes, nos ayuda a reconsiderar, en nuestra memoria comunitaria y personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza animada por el soplo del Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón misericordioso del Padre.

Que María, Madre del Salvador, fiel al pie de la cruz y en el corazón de la Iglesia, nos sostenga con su presencia solícita, y la bendición de Cristo resucitado nos acompañe en el camino hacia la luz pascual. 

Roma, San Juan de Letrán, 11 de noviembre de 2020, memoria de san Martín de Tours.

Francisco

domingo, 14 de febrero de 2021

III Domingo: 14 de febrero de 2021. San José, Casto Esposo de María

Continuamos con la tradición consistente en dedicar los siete domingos anteriores a la fiesta de San José, a acudir a él, para expresarle cariño y pedirle gracias. 

Hoy es el tercer domingo.





jueves, 11 de febrero de 2021

JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 2021 "CUIDÉMONOS MUTUAMENTE"

Hoy, 11 de febrero, festividad de Nuestra Señora de Lourdes, se celebra la Jornada Mundial del Enfermo. Este año bajo el lema “Cuidémonos mutuamente”.

El mensaje del Papa Francisco, destaca la importancia de este momento para brindar una atención especial a las personas enfermas y a quienes cuidan de ellas, tanto en los lugares destinados a su asistencia como en el seno de las familias y las comunidades. En particular, señala, a las personas que sufren en todo el mundo la pandemia del coronavirus, así como a los más pobres y marginados.

"La cercanía, de hecho, es un bálsamo muy valioso, que brinda apoyo y consuelo a quien sufre en la enfermedad. Como cristianos, vivimos la projimidad como expresión del amor de Jesucristo, el buen Samaritano, que con compasión se ha hecho cercano a todo ser humano, herido por el pecado. Unidos a Él por la acción del Espíritu Santo, estamos llamados a ser misericordiosos como el Padre y a amar, en particular, a los hermanos enfermos, débiles y que sufren (cf. Jn 13,34-35)".


 ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA SOLEDAD, SALUD DE LOS ENFERMOS

Oh Virgen María de la Soledad, Salud de los enfermos, que has permanecido junto de tu Hijo, participando íntimamente de sus dolores, acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él.

Madre misericordiosa, con fe nos volvemos hacia Ti. Alcánzanos de tu Hijo el que podamos volver pronto, plenamente restablecidos, a nuestras ocupaciones, para hacernos útiles al prójimo con nuestro trabajo. Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro "sí", seguros de que Dios sabe sacar de todo mal un bien más grande.

Virgen Inmaculada, haz que los frutos de este Centenario sean para nosotros y para nuestros seres queridos, prenda de un renovado empuje en la vida cristiana, para que en la contemplación del Rostro de Cristo Resucitado encontremos la abundancia de la misericordia de Dios. 

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



domingo, 7 de febrero de 2021

COMUNICACO OFICIAL PARROQUIA NTRA. SRA. DE LA ASUNCIÓN Y JUNTA DE HERMANDADES DE PASIÓN DE VILLARRUBIA DE LOS OJOS


Desgraciadamente, la situación nos vuelve a obligar a vivir la Semana Santa de manera distinta. Como el año pasado, tendremos Semana Santa, pero, por motivos de seguridad, no podremos salir a la calle y hacer la manifestación catequética y pública de nuestra fe mediante las procesiones.

Aunque no haya procesiones 
en nuestro pueblo por primavera,
seguirá siendo Semana Santa,
porque nuestro sentir no se suspende,
porque nuestra fe es verdadera.
Una Semana Santa diferente,
Pero cuando ya todo haya pasado
comprobaremos realmente
que Cristo ha Resucitado,
Y que está en cada Eucaristía.
Cristo, sigue estando con cada enfermo, con cada sanitario,
y en cada persona que ha perdido un ser querido,
porque siempre es Semana Santa.


 

II DOMINGO DE SAN JOSÉ. La Paternidad Espiritual de San José

Continuamos con la tradición consistente en dedicar los siete domingos anteriores a la fiesta de San José, a acudir a él, para expresarle cariño y pedirle gracias. 

Hoy es el segundo domingo.




martes, 2 de febrero de 2021

Presentación del Señor en el Templo

 Hoy celebramos la fiesta de la Presentación del Señor Jesús en el Templo, en la que recordamos el encuentro de la Sagrada Familia con Simeón y Ana -que es también el encuentro del Señor con su pueblo-, y la purificación ritual de la Virgen María después de haber dado a luz al Salvador.

Según la antigua costumbre del pueblo de Israel, al nacer un primogénito este debía ser llevado al Templo para su presentación cuarenta días después de haber nacido. Así hicieron María y José con el niño Jesús, cumpliendo con lo que ordenaba la Ley de Moisés. Por eso, la Iglesia cuenta 40 días después de la Navidad para celebrar la fiesta de la Presentación del Señor, el 2 de febrero.

Al llegar al Templo, los padres de Jesús con el niño en brazos se encuentran con Simeón, el anciano al que el Espíritu Santo prometió que no moriría sin antes ver al Salvador del mundo. Fue el mismo Espíritu quien puso en boca de este profeta que ese pequeño niño sería el Redentor y Salvador de la humanidad (Ver Cántico de Simeón: Lc 2,22-40).

También aquel día se encontraba en el Templo la hija de Fanuel, de la Tribu de Aser, llamada Ana. Ella era una mujer de edad muy avanzada; había enviudado solo 7 años después de haberse casado y permaneció así hasta los 84 años. Ana andaba día y noche en el Templo, adorando a Dios, ofreciendo ayunos y oraciones. Ella, al ver al niño, lo reconoció y empezó a proclamar a todos los que esperaban la redención de Jerusalén que la Salvación había llegado.



Domingo de la Divina Misericordia

   "La humanidad no conseguirá la paz hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia" (Diario, 300) La Fiesta de la Divina...