domingo, 31 de enero de 2021

Fiesta de San Juan Bosco

 “Uno solo es mi deseo: que sean felices en el tiempo y en la eternidad”. Estas fueron las palabras de despedida -antes de ir al Cielo- que San Juan Bosco dejó escritas a sus hijos espirituales, en especial a los jóvenes, miembros de la familia salesiana. Giovanni Melchiorre Bosco, más conocido como Don Bosco, fue el fundador de diversas comunidades, agrupaciones e iniciativas que componen lo que se conoce como la Familia Salesiana. Fue declarado “padre y maestro de la juventud” por el Papa San Juan Pablo II el 24 de mayo de 1989.

Don Bosco nació el 16 de agosto de 1815 en I Becchi, Castelnuovo, Piemonte (Italia). Cuando tenía tan solo dos años, su padre murió, y fue su madre, la Sierva de Dios Margarita Occhiena, la que tendría que encargarse de él y sus hermanos.


A los nueve años, el pequeño Juan tuvo un sueño en el que vio una multitud de niños que peleaban entre ellos y blasfemaban. Él trató de hacerlos callar a golpes, pero de pronto apareció Jesús y le dijo que debía ganarse la confianza de los muchachos con mansedumbre y caridad. A continuación, el mismo Cristo le mostró a quien sería su maestra en esa tarea: la Virgen María. Entonces, la Madre de Dios -María Auxiliadora- le indicó que mire hacia donde estaban los muchachos. Lo que vio esta vez fue a un grupo de animales salvajes que empezaron a transformarse en mansos corderos. En ese momento, la Virgen le susurró estas palabras: “A su tiempo lo comprenderás todo”.

Poco a poco fue creciendo en Juan un gran interés por los estudios, así como el deseo de ser sacerdote. Juan soñaba con ayudar a esos niños abandonados que no iban a la escuela.

En la medida en que el joven Juan crecía en la vida espiritual, en esa medida aumentaba el deseo de aprender cosas para aconsejar a los pequeños. No obstante, para lograr realizar sus sueños, tuvo que pasar por momentos difíciles. A veces se veía obligado a estar lejos de casa por algún trabajo temporal, o a pasar largas horas desempeñando algún oficio. Sin embargo, eso que por momentos parecía penoso o duro, empezó a transformarse ante sus ojos. Juan estaba aprendiendo muchas cosas a través del trabajo. Sin saberlo, estaba aprendiendo las cosas que enseñaría en el futuro a sus muchachos, esas que ayudarían a que cada uno gane su sustento.

Inicialmente, Juan se sintió atraído por la vida de los franciscanos pero finalmente decidió ingresar al seminario diocesano de Chieri. En ese lugar conoció a San José Cafasso, quien le mostró las prisiones y los barrios pobres donde había muchos jóvenes necesitados.

Juan recibió el Orden Sacerdotal en 1841 y poco después abrió un oratorio para niños de la calle, bajo el patronazgo de San Francisco de Sales. El oratorio fue un éxito: se convirtió en lugar de encuentro, juego y oración para cientos de niños. Al principio, esta obra no contaba con un lugar propio y estable, hasta que Don Bosco encontró uno en el barrio periférico de Valdocco. Ese sería el inicio de una hermosa aventura: la del trabajo permanente por acompañar en la fe y formar humanamente a la niñez y la juventud. Don Bosco trabajó incansablemente en ese propósito, y no hubo enfermedad o cansancio que lo detuviese por mucho tiempo. Don Bosco había prometido dar hasta el último aliento por los jóvenes y eso fue lo que hizo.

Con el transcurso de los años, San Juan Bosco se entregó de lleno a consolidar y extender su obra. Brindó alojamiento a chicos abandonados, ofreció talleres de aprendizaje y, a pesar de sus limitaciones económicas, construyó una iglesia en honor a San Francisco de Sales, el santo de la amabilidad.

En 1859 fundó la Congregación Salesiana con un grupo de jóvenes entusiasmados con la misión que la Virgen le había trazado a Don Bosco, y que habían crecido inspirados por su carisma y fortaleza. Más adelante fundaría a las Hijas de María Auxiliadora junto a Santa María Mazzarello. Luego vendrían los Salesianos Cooperadores y otras organizaciones con las que compondría la gran Familia Salesiana. Con las donaciones de sus cooperadores, logró financiar la construcción de la Basílica de María Auxiliadora de Turín y la Basílica del Sagrado Corazón en la ciudad de Roma.

San Juan Bosco partió a la Casa del Padre el 31 de enero de 1888, día en que la Iglesia celebra su fiesta. Su vida fue una entrega total a Jesús y a la Virgen a través de sus queridos jóvenes. Y fue la demostración, en los hechos, de aquellas palabras que alguna vez dijo al más querido de sus alumnos, el pequeño Santo Domingo Savio: “Aquí hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres”.







DOMINGOS DE SAN JOSÉ. I DOMINGO: El Patrocinio de San José sobre toda la Iglesia

Con motivo de la preciosa iniciativa del Papa Francisco con este “Año de San José” se nos invita a poner la figura e intercesión del “Custodio del Redentor” en el corazón de nuestra vida cristiana.

Animar a que el modelo y la intercesión de San José  acompañe a leer y reflexionar en nuestas comunidades religiosas, parroquias, familias y movimientos y asociaciones con la carta Apostólica del Papa “Patris Corde”. 

En esta carta encontramos todo un programa de vida, siguiendo el ejemplo de San José, para nuestra misión como cristianos en este momento de la historia que nos ha tocado vivir. 

El Papa Francisco en su carta “Patris Corde” concluía invitándonos a pedir a San José “el mejor de los milagros, nuestra propia conversión”. Así se lo pedimos con toda confianza a aquel de quien decía Santa Teresa: “No me acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido”.

El próximo 19 de marzo celebramos la fiesta de San José, la Iglesia nos invita a lo largo de los 7 Domingos precedentes a la fiesta de San José a prepararnos pudiendo hacer uso del material que os ofrecemos. 

Cada domingo iremos subiendo el material correspondiente al día. A continuación os dejamos el material correspondiente al I Domingo, y la carta Patris Corde.



jueves, 28 de enero de 2021

ORACIÓN DE LA FAMILIA POR LAS FAMILIAS. ENERO

Esta tarde a las 19: 00 h desde la Catedral de Ciudad Real se desarrollará la primera de las oraciones «de las familias por las familias», la correspondiente a enero. Podrá seguirse a través del canal de YouTube de la diócesis y de la página de Facebook. 


sábado, 23 de enero de 2021

Domingo de la Palabra de Dios

Hoy celebramos el Domingo de la Palabra de Dios. Se trata de una jornada establecida por el papa Francisco para que crezca en el «pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura».  

Es la segunda vez que se celebra esta jornada establecida en el III Domingo del Tiempo Ordinario.

El Papa instituyó este domingo con el motu proprio Aperuit illis, como fruto —así lo explica en el documento— del Jubileo de la Misericordia. Con este domingo, dice Francisco, la Iglesia revive el «gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esta riqueza inagotable».

La relación entre la Palabra de Dios y la liturgia, que ya se explica en el motu proprio, se ahonda en el documento publicado a finales de 2020 por la Congregación para el Culto divino y la Disciplina de los sacramentos

Para contribuir a la preparación de esta Jornada, el área de Pastoral Bíblica de la Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado ha editado un subsidio litúrgico para la celebración de la eucaristía, unos puntos orientativos para la homilía y un ejemplo de Lectio divina para el ejercicio de la lectura creyente y orante de la Palabra de Dios.

miércoles, 20 de enero de 2021

SAN SEBASTIÁN

 Hoy celebramos la memoria de San Sebastián Mártir. Un santo al que nos une la historia y los orígenes de nuestra hermandad, pues fue la ermita de San Sebastián la que acogió como sede a la cofradía de la Vera-Cruz. Así lo recogen las ordenanzas de esta cofradía de 1614, donde se menciona que su salida procesional del Jueves Santo tenía lugar del referido templo. La Cofradía de San Sebastián había surgido en Villarrubia como voto por la salvación de la peste. Controlada ésta hacia la mitad del siglo XVII, la Cofradía empezó a decaer, y optó por fusionarse con la Hermandad de la Santa Vera Cruz, cediéndole a ésta su ermita. Allí, en el primer tercio del siglo XVIII, la Cofradía de la Vera Cruz erigió un altar en el que colocó una imagen vestida bajo la advocación de la Soledad. A partir de entonces la ermita empezó a denominarse de Ntra. Señora de la Soledad.

El antiguo emplazamiento de la Ermita de San Sebastián es donde hoy día se encuentra la sede de los Coros y Danzas. 


Sebastián, hijo de familia militar y noble, era oriundo de Narbona, pero se había educado en Milán. Llegó a ser capitán de la primera corte de la guardia pretoriana. Era respetado por todos y apreciado por el emperador, que desconocía su cualidad de cristiano. Cumplía con la disciplina militar, pero no participaba en los sacrificios idolátricos. Además, como buen cristiano, ejercitaba el apostolado entre sus compañeros, visitaba y alentaba a los cristianos encarcelados por causa de Cristo. Esta situación no podía durar mucho, y fue denunciado al emperador Maximino quien lo obligó a escoger entre ser su soldado o seguir a Jesucristo.

El santo escogió la milicia de Cristo; desairado el Emperador, lo amenazó de muerte, pero San Sebastián, convertido en soldado de Cristo por la confirmación, se mantuvo firme en su fe. Enfurecido Maximino, lo condenó a morir asaeteado: los soldados del emperador lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de saetas, dándolo por muerto. Sin embargo, sus amigos que estaban al acecho, se acercaron, y al verlo todavía con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana, llamada Irene, que lo mantuvo escondido en su casa y le curó las heridas hasta que quedó restablecido.

Sus amigos le aconsejaron que se ausentara de Roma, pero el santo se negó rotundamente pues su corazón ardoroso del amor de Cristo, impedía que él no continuase anunciando a su Señor. Se presentó con valentía ante el Emperador, desconcertado porque lo daba por muerto, y el santo le reprochó con energía su conducta por perseguir a los cristianos. Maximino mandó que lo azotaran hasta morir, y los soldados cumplieron esta vez sin errores la misión y tiraron su cuerpo en un lodazal. Los cristianos lo recogieron y lo enterraron en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián.

El culto a San Sebastián es muy antiguo; es invocado contra la peste y contra los enemigos de la religión, y además es llamado además el Apolo cristiano ya que es uno de los santos más reproducidos por el arte en general.





martes, 19 de enero de 2021

SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

 La Iglesia celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos del 18 al 25 de enero de 2021. “Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia” (cf. Jn 15, 5-9), estas palabras de Jesús a sus discípulos son el lema de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.

A continuación os dejamos los materiales que preparan conjuntamente el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias.


domingo, 17 de enero de 2021

FIESTA DE SAN ANTONIO ABAD

 En su juventud, Antonio, que era egipcio e hijo de acaudalados campesinos, se sintió conmovido por las palabras de Jesús, que le llegaron en el marco de una celebración eucarística: "Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres...".

Así lo hizo el rico heredero, reservando sólo parte para una hermana, a la que entregó, parece, al cuidado de unas vírgenes consagradas.

Llevó inicialmente vida apartada en su propia aldea, pero pronto se marchó al desierto, adiestrándose en las prácticas eremíticas junto a un cierto Pablo, anciano experto en la vida solitaria.

En su busca de soledad y persiguiendo el desarrollo de su experiencia, llegó a fijar su residencia entre unas antiguas tumbas. ¿Por qué esta elección? Era un gesto profético, liberador. Los hombres de su tiempo -como los de nuestros días - temían desmesuradamente a los cementerios, que creían poblados de demonios. La presencia de Antonio entre los abandonados sepulcros era un claro mentís a tales supersticiones y proclamaba, a su manera, el triunfo de la resurrección. Todo -aún los lugares que más espantan a la naturaleza humana - es de Dios, que en Cristo lo ha redimido todo; la fe descubre siempre nuevas fronteras donde extender la salvación.

Pronto la fama de su ascetismo se propagó y se le unieron muchos fervorosos imitadores, a los que organizó en comunidades de oración y trabajo. Dejando sin embargo esta exitosa obra, se retiró a una soledad más estricta en pos de una caravana de beduinos que se internaba en el desierto.

No sin nuevos esfuerzos y desprendimientos personales, alcanzó la cumbre de sus dones carismáticos, logrando conciliar el ideal de la vida solitaria con la dirección de un monasterio cercano, e incluso viajando a Alejandría para terciar en las interminables controversias arriano-católicas que signaron su siglo.

Sobre todo, Antonio, fue padre de monjes, demostrando en sí mismo la fecundidad del Espíritu. Una multisecular colección de anécdotas, conocidas como "apotegmas" o breves ocurrencias que nos ha legado la tradición, lo revela poseedor de una espiritualidad incisiva, casi intuitiva, pero siempre genial, desnuda como el desierto que es su marco y sobre todo implacablemente fiel a la sustancia de la revelación evangélica. Se conservan algunas de sus cartas, cuyas ideas principales confirman las que Atanasio le atribuye en su "Vida".

Antonio murió muy anciano, hace el año 356, en las laderas del monte Colzim, próximo al mar Rojo; al ignorarse la fecha de su nacimiento, se le ha adjudicado una improbable longevidad, aunque ciertamente alcanzó una edad muy avanzada.

La figura del abad delineó casi definitivamente el ideal monástico que perseguirían muchos fieles de los primeros siglos.

No siendo hombre de estudios, no obstante, demostró con su vida lo esencial de la vida monástica, que intenta ser precisamente una esencialización de la práctica cristiana: una vida bautismal despojada de cualquier aditamento.





JORNADA DE LA INFANCIA MISIONERA

Como todos los años, el mes de enero los niños tienen una cita con la misión en la jornada de la Infancia Misionera, este año con el lema «Con Jesús a Nazaret, ¡somos familia!»

 

Se trata de la Jornada de la Infancia Misionera que viene celebrándose desde hace 147 años: 80 años antes de la Declaración de los Derechos del Niño de Ginebra, y 100 años antes del nacimiento de UNICEF.

 

Desde hace tres años, se ofrece un itinerario para acompañar a Jesús cuando era Niño: en Belén, en Egipto…Un recorrido que les habla a los niños de Dios, de ellos mismos, y de temas de actualidad, como el valor de la vida, los refugiados...

 

Este tercer curso, se está centrando en la in­fancia de Jesús en Nazaret, en su vida oculta en familia, con el lema Con Jesús a Nazaret, ¡so­mos familia! No solo se trabaja con los niños este tema en esta semana, sino durante todo el curso, ofreciéndoles materiales educativos para que, de modo lúdico, vayan creciendo en la fe y en la solidaridad misionera, asumiendo un papel activo en la misión de la Iglesia.

 

De este modo, en la Infancia Misionera aprenden a:


Seguir a Jesús.

Acoger a todos los niños que les rodean, sin diferenciar sexo, raza o religión.

Ser sensibles a las injusticias que sufren niños en todo el mundo.

Ayudar a otros niños con pequeños ahorros, oraciones y gestos. 

 

El fruto de todo eso son los 2.800 proyectos financiados el año 2020 en todo el mundo, que han logrado que millones de niños:

Reciban catequesis y sepan que Jesús los quiere.

Puedan aprender a leer, tengan una escuela y libros

Tengan medicinas y alguien que les cure

Puedan comer y jugar y no tengan que trabajar

Tengan un refugio donde vivir

Aprendan a ser ellos también misioneros 

Esto se pudo conseguir gracias a los 16.924.025 € recaudados en todo el mundo la pasada campaña, de los cuales 2.162.193,92 € provenían de España, que continúa ocupando el segundo lugar en el ranking de países que más aportan a Infan­cia Misionera, solo por debajo de Alemania.


La Diócesis de Ciudad Real aportó 93.072,11 €, situándonos en el noveno lugar en el ranking general de recaudación de toda España.

 

Cambio en la fecha y medios virtuales

 

La primera novedad de este año es la fecha. Se ha adelantado una semana, celebrándose la tercera semana de enero, por lo que se ha acercado a la Navidad con cambios en la estrategia de la campaña, comenzando las actividades ya desde finales de noviembre, con el Adviento Misionero, la campaña Sembradores de Estrellas, que este año ha habido que celebrar de manera virtual, y el inicio de las actividades de la campaña en las catequesis y los centros escolares con las Huchas del Compartir y otras actividades.


La segunda novedad viene dada, naturalmente, por la situación de emergencia que estamos viviendo por causa de la COVID-19, que va a suponer que muchas de las actividades grupales que se venían celebrando tradicionalmente, este año no se puedan realizar.

Para compensar, se ha recurrido a los medios virtuales, promocionando la página web  infanciamisionera.es donde se pueden encontrar varios vídeos e historias.


En la misma página encontramos el vídeo de la campaña, materiales para familias, colegios y parroquias, así como las indicaciones para hacer nuestras aportaciones manera virtual, a través de Bizum al 00500, por medio de transferencia a la cuenta de Obras Misionales Pontificias ES32 0049 5115 2821 1009 49 50, o llamando al teléfono de la Dirección General de OMP 915 902 780.


En la Jornada, muchas parroquias y grupos de Misiones muestran su creatividad con celebraciones y actividades o dinámicas con los niños, este año se prescindirá de ellas, limitándose a lo que se pueda hacer individualmente, en las clases de Religión o en las celebraciones parroquiales.

web infancia misionera




domingo, 10 de enero de 2021

FIESTA DEL BAUTISMO DELSEÑOR

 Hoy celebramos la fiesta del Bautismo del Señor. Con el Bautismo de Cristo se concluye el tiempo de Navidad y la Iglesia nos invita a mirar la humildad de Jesús que se convierte en una epifanía (manifestación) de la Santísima Trinidad.

(Mc 1,7-11):

En aquel tiempo, proclamaba Juan: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.» Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»



miércoles, 6 de enero de 2021

SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR

Hoy se celebra la Solemnidad de la Epifanía (manifestación) del Señor. Se le llama así porque recordamos la “manifestación” del Salvador, el Mesías esperado, que se revela a todos los pueblos de la humanidad representados en los sabios de Oriente.

El Evangelio nos presenta precisamente a estos personajes, conocidos como los Tres Reyes Magos, quienes dejaron atrás sus tierras y sus culturas para salir al encuentro de Aquel que ha venido para devolver la esperanza a la humanidad. Como ellos, presentemos de rodillas nuestros regalos al Niño Dios y adorémosle.

Evangelio: Mateo 2, 1-12

“Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ‘¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo’. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.

Ellos le contestaron: ‘En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel’. Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: ‘Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo’.

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino”.

Los Magos encontraron al Mesías acostado en un humilde pesebre, a lado de María, su Madre, y de San José, su padre. Le llevaron regalos: Oro por su realeza, incienso por su divinidad y mirra por su humanidad. ¡Hagámosle un regalo a Jesús! ¡Démosle nuestro corazón! Con toda seguridad, Él nos regalará más, porque nos entregará su amor.



lunes, 4 de enero de 2021

San Manuel González García

Hoy, 4 de enero, la Iglesia celebra la festividad de San Manuel González, "Modelo de fe eucarística".

Manuel González García, obispo de Málaga y de Palencia, fue una figura significativa y relevante de la Iglesia española durante la primera mitad del siglo XX.

El cuarto de cinco hermanos, nació en Sevilla el 25 de febrero de 1877, en el seno de una familia humilde y profundamente religiosa. Su padre, Martín González Lara, era carpintero, mientras su madre Antonia se ocupaba del hogar. En este ambiente Manuel creció serenamente y con ilusiones, que no siempre pudo ver realizadas. Sin embargo, hubo una que sí alcanzó, y que dejaría huella en su corazón: formar parte de los famosos «seises» de la catedral de Sevilla, grupo de niños de coro que bailaban en las solemnidades del Corpus Christi y de la Inmaculada. Ya entonces su amor a la Eucaristía y a María Santísima se consolidaron.

La vivencia cristiana de su familia y el buen ejemplo de sacerdotes le llevaron a descubrir su vocación. Sin previo aviso a sus padres, se presentó al examen de ingreso al seminario. Ellos acogieron esta sorpresa del hijo con aceptación de los caminos de Dios. Manuel, consciente de la situación económica en su casa, pagó la estancia de sus años de formación trabajando como fámulo.

Finalmente llegó el esperado 21 de septiembre de 1901, fecha en la que recibió la ordenación sacerdotal de manos del beato cardenal Marcelo Spinola. En 1902 fue enviado a dar una misión en Palomares del Río, pueblo donde Dios le marcó con la gracia que determinaría su vida sacerdotal. Él mismo nos describe esta experiencia. Después de escuchar las desalentadoras perspectivas que para la misión le presentó el sacristán, nos dice: «Fuime derecho al Sagrario... y ¡qué Sagrario, Dios mío! ¡Qué esfuerzos tuvieron que hacer allí mi fe y mi valor para no salir corriendo para mi casa! Pero, no huí. Allí de rodillas... mi fe veía a un Jesús tan callado, tan paciente, tan bueno, que me miraba... que me decía mucho y me pedía más, una mirada en la que se reflejaba todo lo triste del Evangelio... La mirada de Jesucristo en esos Sagrarios es una mirada que se clava en el alma y no se olvida nunca. Vino a ser para mí como punto de partida para ver, entender y sentir todo mi ministerio sacerdotal». Esta gracia irá madurando en su corazón.

En 1905 es destinado a Huelva. Se encontró con una situación de notable indiferencia religiosa, pero su amor e ingenio abrieron caminos para reavivar pacientemente la vida cristiana. Siendo párroco de la parroquia de San Pedro y arcipreste de Huelva, se preocupó también de la situación de las familias necesitadas y de los niños, para los que fundó escuelas. Por entonces publicó el primero de sus numerosos libros: Lo que puede un cura hoy, que se convirtió en punto de referencia para los sacerdotes.

El 4 de marzo de 1910, ante un grupo de fieles colaboradoras en su actividad apostólica, derramó el gran anhelo de su corazón. Así nos lo narra: «Permitidme que, yo que invoco muchas veces la solicitud de vuestra caridad en favor de los niños pobres y de todos los pobres abandonados, invoque hoy vuestra atención y vuestra cooperación en favor del más abandonado de todos los pobres: el Santísimo Sacramento. Os pido una limosna de cariño para Jesucristo Sacramentado... os pido por el amor de María Inmaculada y por el amor de ese Corazón tan mal correspondido, que os hagáis las Marías de esos Sagrarios abandonados».

Así, con la sencillez del Evangelio, nació la «Obra para los Sagrarios-Calvarios». Obra para dar una respuesta de amor reparador al amor de Cristo en la Eucaristía, a ejemplo de María Inmaculada, el apóstol san Juan y las Marías que permanecieron fieles junto a Jesús en el Calvario.

La gran familia de la Unión Eucarística Reparadora, que se inició con la rama de laicos denominada Marías de los Sagrarios y Discípulos de san Juan, se extendió rápidamente y don Manuel abrió camino, sucesivamente a la Reparación Infantil Eucarística en el mismo año; los sacerdotes Misioneros Eucarísticos en 1918; la congregación religiosa de Misioneras Eucarísticas de Nazaret en 1921, en colaboración con su hermana María Antonia; la institución de Misioneras Auxiliares Nazarenas en 1932; y la Juventud Eucarística Reparadora en 1939.

La rápida propagación de la Obra en otras diócesis de España y América, a través de la revista «El Granito de Arena», que había fundado años atrás, le impulsó a solicitar la aprobación del Papa. Don Manuel llegó a Roma a finales de 1912, y el 28 de noviembre fue recibido en audiencia por Su Santidad Pío X, a quien fue presentado como «el apóstol de la Eucaristía». San Pío X se interesó por toda su actividad apostólica y bendijo la Obra.

Su entrega generosa y la vivencia auténtica del sacerdocio son, sin duda, el motivo de la confianza que el Papa Benedicto XV deposita en él, nombrándolo obispo auxiliar de Málaga; recibe la ordenación episcopal el 16 de enero de 1916. En 1920 fue nombrado obispo residencial de esa sede, acontecimiento que decidió celebrar dando un banquete a los niños pobres, en vez de a las autoridades; estas, junto con los sacerdotes y seminaristas, sirvieron la comida a los tres mil niños.

Como pastor de la diócesis malagueña, inició su misión tomando contacto con la grey que se le había encomendado para conocer sus necesidades. Al igual que en Huelva, potenció las escuelas y catequesis parroquiales, practicó la predicación callejera conversando con todo el que se encontraba de camino... y descubrió que la necesidad más urgente era la de sacerdotes. Este problema debía afrontarse desde la situación del seminario, la cual era lamentable. Con una confianza sin límites en la mano providente del Corazón de Jesús, emprendió la construcción de un nuevo seminario que reuniese las condiciones necesarias para formar sacerdotes sanos humana, espiritual, pastoral e intelectualmente. Sueña y proyecta «un seminario sustancialmente eucarístico. En el que la Eucaristía fuera: en el orden pedagógico, el más eficaz estímulo; en el científico, el primer maestro y la primera asignatura; en el disciplinar el más vigilante inspector; en el ascético el modelo más vivo; en el económico la gran providencia; y en el arquitectónico la piedra angular».

A sus sacerdotes, al igual que a los miembros de las diversas fundaciones que realizó, les propondrá como camino de santidad «llegar a ser hostia en unión de la Hostia consagrada», que significa «dar y darse a Dios y en favor del prójimo del modo más absoluto e irrevocable».

Manuel González no escatima esfuerzos para mejorar la situación humana y espiritual de su diócesis. Su ingente actividad hace que no pase desapercibido, y con la llegada de la República a España su situación se hace delicada. El 11 de mayo de 1931 el ataque es directo, le incendian el palacio episcopal y ha de trasladarse a Gibraltar para no poner en peligro la vida de quienes lo acogen. Desde 1932 rige su diócesis desde Madrid, y el 5 de agosto de 1935 el Papa Pío XI lo nombra obispo de Palencia, donde entregó los últimos años de su ministerio episcopal.

También hay que destacar, durante todos los años de su actividad pastoral, la fecundidad de su pluma. Con estilo ágil, lleno de gracia andaluza y de unción, transmitió el amor a la Eucaristía, introdujo en la oración, formó catequistas, guió a los sacerdotes. Entre sus libros, destacamos: El abandono de los Sagrarios acompañados, Oremos en el Sagrario como se oraba en el Evangelio, Artes para ser apóstol, La gracia en la educación, Arte y liturgia, etc. Escritos que por su gran difusión se han recopilado en la reciente edición de sus Obras Completas.

Los últimos años su salud empeora notablemente, prueba que vive de modo heroico, sin perder la sonrisa de su rostro siempre amable y acogedor, y la aceptación de los designios del Padre. El 4 de enero de 1940 entregó su alma al Señor y fue enterrado en la catedral de Palencia, donde podemos leer el epitafio que él mismo escribió: «Pido ser enterrado junto a un Sagrario, para que mis huesos, después de muerto, como mi lengua y mi pluma en vida, estén siempre diciendo a los que pasen: ¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!».

Su Santidad Juan Pablo II declaró sus virtudes heroicas el 6 de abril de 1998, y aprobó el milagro atribuido a su intercesión el 20 de diciembre de 1999.




Fuente: http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20010429_gonzalez-garcia_sp.html

domingo, 3 de enero de 2021

Santísimo Nombre de Jesús

 Cada 3 de enero la Iglesia celebra el Día del Santísimo Nombre de Jesús. “Éste es aquel santísimo nombre anhelado por los patriarcas, esperado con ansiedad, demandado con gemidos, invocado con suspiros, requerido con lágrimas, donado al llegar la plenitud de la gracia”, decía San Bernardino de Siena.

El nombre “Jesús” es la forma latina del griego “Iesous”, que a su vez es la transliteración del hebreo “Jeshua” o “Joshua”, o también “Jehoshua”, que significa “Yahveh es salvación”.

La aparición de la veneración al Santísimo Nombre de Jesús se remite a las celebraciones litúrgicas del siglo XIV. San Bernardino de Siena, en el siglo XV, junto a sus discípulos propagaron el culto al Nombre de Jesús, y un siglo después, hacia 1530, el Papa Clemente VII concedió por primera vez a la Orden Franciscana la autorización para la celebración del Oficio del Santísimo Nombre de Jesús.

En su tiempo, San Bernardino solía llevar una tablilla que mostraba la Eucaristía con rayos saliendo de ella en la que se podía ver el monograma “IHS”, abreviación del Nombre de Jesús en griego (ιησουσ). Más adelante, la tradición devocional le añade un nuevo sentido a dicho monograma, convirtiéndolo en un “cristograma”: "I" por “Iesus” (Jesús); "H" por Hominum (de los hombres); "S" por “Salvator" (Salvador). Es decir IHS quiere decir “Jesús, Salvador de los hombres”. Nuevos sentidos se añadirán posteriormente.

San Ignacio de Loyola y los jesuitas hicieron de este monograma el emblema de la Compañía de Jesús.

El Nombre de Jesús, invocado con confianza:

Brinda ayuda en las necesidades corporales, según la promesa de Cristo: "En mi nombre agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien" (Mc. 16,17-18). En el Nombre de Jesús, los Apóstoles dieron fuerza a los lisiados (Hch. 3,6; 9,34) y vida a los muertos (Hch. 9,40).

Da consuelo en las pruebas espirituales. El Nombre de Jesús le recuerda al pecador el "padre del hijo pródigo" y el buen samaritano; al justo le recuerda el sufrimiento y la muerte del inocente Cordero de Dios.

Nos protege de Satanás y sus artimañas, ya que el diablo le teme al Nombre de Jesús, quien lo ha vencido en la Cruz.

En el nombre de Jesús obtenemos toda bendición y gracia en el tiempo y la eternidad, pues Cristo dijo: "lo que pidan al Padre se los dará en mi nombre." (Jn. 16,23). Por lo tanto, la Iglesia concluye todas sus oraciones con las palabras: "Por Jesucristo Nuestro Señor", etc. Así se cumple la palabra de San Pablo: "Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos." (Flp. 2,10).



viernes, 1 de enero de 2021

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

"María no recibió el don de Dios sólo para ella, sino para llevarlo al mundo: en su virginidad fecunda, Dios dio a los hombres los bienes de la salvación eterna"  (Benedicto XVI)

Hoy celebramos la Solemnidad de Santa María Madre de Dios.

Comenzamos el año de la mano de María, que Ella nos guíe por el camino de la fe.

Desde la Hermandad de la Soledad y la Vera Cruz, le deseamos un nuevo año cargado de SALUD, AMOR Y ESPERANZA.

La Solemnidad de Santa María Madre de Dios es la primer Fiesta Mariana que apareció en la Iglesia Occidental, su celebración se comenzó a dar en Roma hacia el siglo VI, probablemente junto con la dedicación –el 1º de enero– del templo “Santa María Antigua” en el Foro Romano, una de las primeras iglesias marianas de Roma.

La antigüedad de la celebración mariana se constata en las pinturas con el nombre de “María, Madre de Dios” (Theotókos) que han sido encontradas en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma, donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa en tiempos de las persecuciones.

Más adelante, el rito romano celebraba el 1º de enero la octava de Navidad, conmemorando la circuncisión del Niño Jesús. Tras desaparecer la antigua fiesta mariana, en 1931, el Papa Pío XI, con ocasión del XV centenario del concilio de Éfeso (431), instituyó la Fiesta Mariana para el 11 de octubre, en recuerdo de este Concilio, en el que se proclamó solemnemente a Santa María como verdadera Madre de Cristo, que es verdadero Hijo de Dios; pero en la última reforma del calendario –luego del Concilio Vaticano II– se trasladó la fiesta al 1 de enero, con la máxima categoría litúrgica, de solemnidad, y con título de Santa María, Madre de Dios.

De esta manera, esta Fiesta Mariana encuentra un marco litúrgico más adecuado en el tiempo de la Navidad del Señor; y al mismo tiempo, todos los católicos empezamos el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María.

El Concilio de Éfeso

En el año de 431, el hereje Nestorio se atrevió a decir que María no era Madre de Dios, afirmando: “¿Entonces Dios tiene una madre? Pues entonces no condenemos la mitología griega, que les atribuye una madre a los dioses”. Ante ello, se reunieron los 200 obispos del mundo en Éfeso –la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años– e iluminados por el Espíritu Santo declararon: “La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios”. Y acompañados por todo el gentío de la ciudad que los rodeaba portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén".

Asimismo, San Cirilo de Alejandría resaltó: “Se dirá: ¿la Virgen es madre de la divinidad? A eso respondemos: el Verbo viviente, subsistente, fue engendrado por la misma substancia de Dios Padre, existe desde toda la eternidad... Pero en el tiempo él se hizo carne, por eso se puede decir que nació de mujer”.

Madre del Niño Dios

“He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra”

Es desde ese fiat, hágase que Santa María respondió firme y amorosamente al Plan de Dios; gracias a su entrega generosa Dios mismo se pudo encarnar para traernos la Reconciliación, que nos libra de las heridas del pecado.

La doncella de Nazareth, la llena de gracia, al asumir en su vientre al Niño Jesús, la Segunda Persona de la Trinidad, se convierte en la Madre de Dios, dando todo de sí para su Hijo; vemos pues que todo en ella apunta a su Hijo Jesús.

Es por ello, que María es modelo para todo cristiano que busca día a día alcanzar su santificación. En nuestra Madre Santa María encontramos la guía segura que nos introduce en la vida del Señor Jesús, ayudándonos a conformarnos con Él y poder decir como el Apóstol “vivo yo más no yo, es Cristo quien vive en mí”.

Domingo de la Divina Misericordia

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