jueves, 29 de septiembre de 2022

Fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel

Cada 29 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel. Sus nombres están grabados en el alma de los cristianos de todos los tiempos en virtud a su grandeza espiritual y al papel que les tocó -y toca- desempeñar en la historia de la Salvación. Los tres aparecen mencionados en la Sagrada Escritura, cada uno llevando a cabo misiones muy importantes, encomendadas por Dios.

Los nombres de los Arcángeles

“Miguel” en hebreo significa “¡Quién como Dios!”, expresión que evoca la omnipotencia de Dios, así como su amor y justicia infinitas. San Miguel Arcángel es quien está al mando de los ejércitos celestiales. Su nombre es el grito de guerra que resuena triunfante en la batalla contra el Adversario, Satanás, y su corte de ángeles caídos.

“Rafael”, por su parte, quiere decir “medicina de Dios” o “Dios ha obrado la salud”. San Rafael es el arcángel amigo de los caminantes y peregrinos; es también el médico de quienes padecen alguna enfermedad.

Por último, “Gabriel” significa “fortaleza de Dios”. A San Gabriel se le encomendó la misión de anunciar a la Virgen María que ella era la elegida para ser Madre del Salvador.


Oración a San Miguel Arcángel creada por el Papa León XIII

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.


Oración al Arcángel San Rafael

Oh poderoso Príncipe de la gloria San Rafael, llamado medicina de Dios, salud de los enfermos, luz de los ciegos, guía de caminantes, protector de la limosna, del ayuno y de la oración: por aquella caridad con que acompañaste al joven Tobías, te pido, oh glorioso protector mío, me libres de todos los males y peligros, y me acompañes en la peregrinación de esta vida mortal, para llegar felizmente a puerto de salvación en la eterna. Amén.

(Padrenuestro)



Oración al Arcángel San Gabriel

Oh glorioso Arcángel San Gabriel, llamado fortaleza de Dios, príncipe excelentísimo entre los espíritus angélicos, embajador del Altísimo, que mereciste ser escogido para anunciar a la Santísima Virgen la Encarnación de divino Verbo en sus purísimas entrañas: yo te suplico tengas a bien rogar a Dios por mí, miserable pecador, para que conociendo y adorando este inefable misterio, logre gozar el fruto de la divina redención en la gloria celestial. Amén.

(Padrenuestro)




sábado, 17 de septiembre de 2022

Fiesta de la Impresión de las Llagas de San Francisco

Hoy la familia franciscana celebra la fiesta de la impresión de las llagas de Nuestro Padre San Francisco. Desde su conversión a Dios, san Francisco profesó una grandísima devoción a los misterios de la pasión del Señor, y no cesó de meditar y de predicar, con su vida y su palabra, a Cristo crucificado.

El año 1224, después de renunciar San Francisco el generalato y haber admirado al mundo con sus virtudes y milagros, se retiró al monte Alberna, donde pasó su cuaresma de San Miguel. Una mañana, en Septiembre, hallándose en oración, se sintió tan abrasado en incendios del divino amor y con deseos de imitará Jesús crucificado, que de repente vio bajar de lo más alto del Cielo un serafín en figura de Cristo crucificado, que en rapidísimo vuelo vino a dispararse sobre él, y después de la visión dejó en su corazón una impresión maravillosa, y al mismo tiempo en el cuerpo las misteriosas llagas en los pies, manos y en el costado. Ocultó San Francisco esta maravilla por algún tiempo; pero después hizo Dios que las manifestase, para su mayor gloria, con varios milagros. Así lo confirma nuestra Santa Madre la Iglesia, al haber autorizado Oficio y Misa propios para conmemorar el milagro de la Impresión de las Llagas de Jesucristo en el cuerpo de San Francisco.

"Llevaba arraigada en el corazón la cruz de Cristo. Y por eso le brillaban las llagas al exterior, en la carne, porque la cruz había echado muy hondas raíces dentro, en el alma" (2 Cel 211).


Oración 

Dios de amor y de misericordia, que marcaste con las señales de la pasión de tu Hijo al bienaventurado padre Francisco para encender en nuestros corazones el fuego de tu amor, concédenos, por su intercesión, configurarnos a la muerte de Cristo para vivir eternamente con él. Que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.


jueves, 15 de septiembre de 2022

Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores

Cada 15 de septiembre, un día después de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, la Iglesia Católica conmemora a Nuestra Señora de los Dolores.


Jesús y María unidos en el dolor salvífico

De muchas maneras, la sucesión de ambas efemérides constituye una invitación a meditar en torno al misterio del dolor que unió las vidas de Jesús y de María, para redención del género humano. Meditar en los dolores de nuestra Madre nos ayuda a comprender mejor los dolores de Cristo, a acercarnos más a su Santísimo Corazón, y a dejarnos transformar por el amor sacrificial.


Origen de la devoción

La devoción a la Virgen de los Dolores -también conocida como la Virgen de la Amargura, la Virgen de la Piedad o, simplemente, la “Dolorosa”- viene desde muy antiguo. Esta puede remontarse incluso hasta los orígenes de la Iglesia, allí cuando los cristianos recordaban los dolores de Cristo, siempre asociados a los de su Madre María.

Sin embargo, es necesario precisar que la advocación de Nuestra Señora de los Dolores (Mater Dolorosa) cobra forma e impulso recién a finales del siglo XI. Décadas después, hacia 1239, en la diócesis de Florencia, los servitas (Orden de frailes Siervos de María) fueron los primeros en destinar un día especial para conmemorar a la Virgen en su dolor.

El día escogido fue el 15 de septiembre; día que quedaría oficializado a inicios del siglo XIX (1814) por el Papa Pío VII, quien le concedió el rango de fiesta.


La Dolorosa y los santos

Esta hermosa devoción ha sido alentada por muchos santos a lo largo de la historia, obviamente con el patrocinio directo de la Santísima Madre de Dios.

Es así que la Virgen María se le presentó a Santa Brígida de Suecia (1303-1373) y le comunicó lo siguiente: “Miro a todos los que viven en el mundo para ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor, mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos… Por eso tú, hija mía, no te olvides de mí que soy olvidada y menospreciada por muchos. Mira mi dolor e imítame en lo que pudieres. Considera mis angustias y mis lágrimas y duélete de que sean tan pocos los amigos de Dios”.

Además, la Madre de Dios prometió -también a través de Santa Brígida- que concedería siete gracias a aquellas almas que la honren y acompañen rezando diariamente siete avemarías mientras meditan en sus lágrimas y dolores.

Por su parte, San Alfonso María de Ligorio (1696-1787) cuenta que Jesucristo reveló a Santa Isabel de Hungría que Él concedería cuatro gracias a los devotos de los dolores de su Santísima Madre.


La Madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba
mientras el Hijo pendía;
cuya alma, triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.
 
¡Oh cuán triste y cuán aflicta
se vio la Madre bendita,
de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.
 
Y ¿cuál hombre no llorara,
si a la Madre contemplara
de Cristo, en tanto dolor?
¿Y quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?

Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado,
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.

¡Oh dulce fuente de amor!,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.
 
Y, porque a amarle me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.
 
Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo;
porque acompañar deseo
en la cruz, donde le veo,
tu corazón compasivo.
 
¡Virgen de vírgenes santas!,
llore ya con ansias tantas,
que el llanto dulce me sea;
porque su pasión y muerte
tenga en mi alma, de suerte
que siempre sus penas vea.
 
Haz que su cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda,
y contigo me defienda
en el día del juicio.

Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
      a su eterna gloria. Amén.





miércoles, 14 de septiembre de 2022

Exaltación de la Santa Cruz

Hoy celebramos la Exaltación de la Santa Cruz, día en que recordamos y honramos la cruz en la que murió nuestro Señor Jesucristo. La consideración de aquel madero, en el que nuestro salvador vertió su preciosísima sangre, evoca el misterio del amor divino, entregado sin medida para redención de todo el género humano.

La cruz de Cristo es la cruz “en la que se muere para vivir; para vivir en Dios y con Dios, para vivir en la verdad, en la libertad y en el amor, para vivir eternamente”, como bien lo señalaba el Papa San Juan Pablo II.


14 de septiembre

De acuerdo a la tradición, en el siglo IV, la emperatriz Santa Elena -madre de Constantino- encontró en Jerusalén el madero en el que murió el Hijo de Dios. La reliquia permanecería en la ciudad hasta que, hacia el año 614, sería sustraída por los persas en calidad de trofeo de guerra. Años más tarde, el emperador Heraclio la rescató y, así, el madero pudo retornar a la Ciudad Santa el 14 de septiembre de 628.

Desde entonces, cada 14 septiembre se celebra este acontecimiento, instituido como festividad litúrgica.


Ante la cruz, despojados de todo

Para celebrar el retorno de la Santa Cruz a Jerusalén, el emperador Heraclio dispuso que fuese llevada en solemne procesión. Él acompañaría personalmente el cortejo, revestido de todos sus ornamentos imperiales. Curiosamente, estos llegaron a ser tantos y tan pesados que se le hizo imposible avanzar. Entonces, el Arzobispo de Jerusalén, Zacarías, le dijo: "Es que todo ese lujo de vestidos que lleva están en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo, cuando iba cargando la cruz por estas calles".

El emperador, de inmediato, se despojó de su lujoso manto y su corona de oro -entre otras pertenencias- y, descalzo, empezó a caminar, ligero, por las calles, acompañando la procesión.

Posteriormente, el madero santo fue dividido. Un fragmento fue enviado a Roma, otro a Constantinopla, mientras que un tercero se quedó en Jerusalén. El trozo restante fue reducido a astillas, las que serían distribuidas por distintas iglesias en todo el mundo. A estas se les denominó las “reliquias de la Veracruz” (verdadera cruz).


Protegidos por una señal

En las narraciones de la vida de los santos se cuenta que San Antonio Abad hacía la señal de la cruz cada vez que era atacado por el demonio con horribles visiones y tentaciones. La señal bastaba para que el enemigo huya. Así, los cristianos adoptaron la costumbre de santiguarse para pedir la protección de Dios ante la presencia del mal y los peligros que acechan.


¡Oh Cruz fiel, árbol único en nobleza!
Jamás el bosque dió mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!

Cantemos la nobleza de esta guerra,
el triunfo de la sangre y del madero;
y un Redentor, que en trance de Cordero,
sacrificado en cruz, salvó la tierra.

Dolido mi Señor por el fracaso
de Adán, que mordió muerte en la manzana,
otro árbol señaló, de flor humana,
que reparase el daño paso a paso.

Y así dijo el Señor: "¡Vuelva la Vida,
y que el Amor redima la condena!"
La gracia está en el fondo de la pena,
y la salud naciendo de la herida.


lunes, 12 de septiembre de 2022

Dulce Nombre de María

 Cada 12 de septiembre la Iglesia Católica celebra el Santísimo Nombre de la Madre de Dios: “María”.


“El nombre de la virgen era María” (Lc. 1, 27)

Contra lo que alguno podría pensar, no se trata de un asunto trivial; no, en lo absoluto. Es cierto que el nombre de María hace recordar al de la primera mujer, Eva, pero lo hace por contraste: a diferencia Eva, quien pecó apartándose de Dios y condenando a sus hijos, María fue hecha puerta del cielo y mediadora de todas las gracias.

“María”, en consecuencia, es el nombre que evoca la obra de la salvación. Quien pronuncia con amor esa sencilla palabra, “María”, sabe que en Ella está contenido el gran misterio del amor de Dios por sus creaturas.


Bendito el fruto de tu vientre, bendita tú entre las mujeres

El nombre de María, asociado al de Jesús, aglutina todo bien y de solo pronunciarse los temores se dispersan. Por María ha entrado la salvación al mundo y por él la mujer es devuelta con creces al sitial que le corresponde: el lugar más alto sobre el cielo y la tierra.

Con prodigiosa sencillez, el Espíritu Santo, a través de San Lucas, expresa tamaña verdad para gozo y veneración de todo cristiano: “El nombre de la virgen era María” (Lc. 1, 27).


Ave, María

En el libro “El secreto admirable del Santísimo Rosario”, San Luis María Grignion de Montfort cuenta que la Virgen se le apareció a Santa Matilde, llevando sobre el pecho la salutación angélica escrita en letras de oro. Luego le dijo: “El nombre de María, que significa Señora de la luz, indica que Dios me colmó de sabiduría y luz, como astros brillantes, para iluminar los cielos y la tierra”.

Desde antiguo, y a lo largo de la historia de la salvación, siempre ha habido un respeto especial por la manera como una persona es “nombrada”. El nombre, que identifica a una persona, es considerado como algo lleno de significado.


El nombre, imagen de la persona

El Catecismo de la Iglesia Católica (nn. 2158-2159) señala lo siguiente: “El nombre de todo hombre es sagrado. El nombre es la imagen de la persona. Exige respeto en señal de la dignidad del que lo lleva… El nombre recibido es un nombre de eternidad. En el reino de Dios, el carácter misterioso y único de cada persona marcada con el nombre de Dios brillará a plena luz”.

En consecuencia, si el nombre de los hombres comunes merece respeto, con mayor razón los cristianos estamos llamados a honrar los santos nombres de Jesús y de María.


Así lo explicaba el Papa Emérito Benedicto XVI:

«En el calendario de la Iglesia se recuerda hoy el Nombre de María. En ella, que estaba y está totalmente unida al Hijo, a Cristo, los hombres han encontrado en las tinieblas y en los sufrimientos de este mundo el rostro de la Madre, que nos da valentía para seguir adelante… A menudo entrevemos sólo de lejos la gran Luz, Jesucristo, que ha vencido la muerte y el mal. Pero entonces contemplamos muy próxima la luz que se encendió cuando María dijo: "He aquí la sierva del Señor". Vemos la clara luz de la bondad que emana de ella. En la bondad con la que ella acogió y siempre sale de nuevo al encuentro de las grandes y pequeñas aspiraciones de muchos hombres, reconocemos de manera muy humana la bondad de Dios mismo. Con su bondad trae siempre de nuevo a Jesucristo, y así la gran Luz de Dios, al mundo. Él nos dio a su Madre como Madre nuestra, para que aprendamos de ella a pronunciar el "sí" que nos hace ser buenos».

(Fragmento tomado de la Homilía del Santo Padre Benedicto XVI, Fiesta litúrgica del Dulce Nombre de María, sábado 12 de septiembre de 2009).

¡Que el nombre de María no se aparte de nuestra mente y corazón!



viernes, 9 de septiembre de 2022

Fiesta de Santa María de la Cabeza

 Cada 9 de septiembre se recuerda a Santa María Toribia de la Cabeza, conocida también como Santa María de la Cabeza, esposa de San Isidro Labrador.


Santa donde Dios la quiso

María nació en Torrelaguna (España) entre finales del siglo XI e inicios del XII. Fue esposa de San Isidro Labrador y tuvo con él un hijo. Primero se dedicó a la atención y servicio de su hogar; después, cuando su hijo llegó a la madurez y en pleno acuerdo con su esposo, se dedicó a la vida contemplativa.

Santa María de la Cabeza fue una mujer que destacó por virtudes como la humildad, la paciencia, la devoción y la austeridad.


El milagro del pozo

De acuerdo a la tradición, su pequeño y único hijo, Illán, cayó a un pozo profundo. Entonces, María Toribia e Isidro corrieron a auxiliarlo, pero no encontraban la forma de rescatar al pequeño. Fue así que, con el alma en vilo, se pusieron a rezar de rodillas con tanta fe que las aguas del pozo empezaron a elevarse hasta que el pequeño alcanzó la superficie, saliendo a flote, sentado en una canasta, sano y salvo.

La misma tradición señala que María e Isidro vivieron su matrimonio con auténtico espíritu cristiano. Fueron muy unidos y así lo reconocían sus coetáneos: ellos eran un solo corazón y una sola alma. La oración en pareja los había fortalecido no solo para enfrentar las vicisitudes de la vida cotidiana sino que Dios suscitó en ellos el deseo de vivir una vida completamente consagrada a Él, en el silencio y la contemplación.


Un llamado muy especial

Con ese anhelo decidieron “separarse” después de que su hijo se convirtiera en adulto. Isidro se quedó en Madrid y María partió hacia una ermita cerca del río Jarama, donde además de dedicarse a la oración contemplativa hacía obras de caridad en los lugares cercanos. Vivía en el bosque como labradora y se encargaba de la limpieza y arreglo de una capilla cercana.

Se dice que unos hombres intentaron poner a San Isidro en contra de su esposa con calumnias sobre su comportamiento. El santo rechazó aquellos comentarios injuriosos, pero por cierta debilidad, decidió buscarla para asegurarse de que todo fuese mentira.

San Isidro, entonces, de camino hacia donde María vivía, la vio a la distancia. Vio que estaba por cruzar el río y, antes de dejar la orilla, extendía delicadamente su mantilla sobre el agua, para luego subirse sobre esta y cruzar las aguas hasta el otro extremo, sin mojarse, como si la manta fuese una barquilla. Isidro quedó impactado ante el milagro y eso le llenó de paz el corazón.


La cabeza

Años después, Santa María de la Cabeza regresó a Madrid donde permaneció un tiempo. Después de la muerte de Isidro, la santa retornó a Torrelaguna y se quedó allí hasta que Dios la llamó a su encuentro alrededor del año 1175.

Tras su muerte, su cráneo fue colocado en un relicario en la ermita de la Virgen del Pueblo. Precisamente, al ser su cráneo la reliquia con la que se le reconocía popularmente, la gente empezó a llamarla Santa María Toribia “de la cabeza”.

Suele ser representada portando en las manos una jarra y un cucharón, en alusión a las tareas domésticas y al servicio a los más pobres; siempre mirando al cielo, igual a su esposo San Isidro Labrador quien suele aparecer cerca de ella.





jueves, 8 de septiembre de 2022

Fiesta de la Natividad de Nuestra Señora

 "Llévame contigo a todos lados,

que pueda dormir tranquilo bajo tu

precioso manto

Llévame contigo, no me sueltes de la mano,

Y que cuando sienta frío, note tu

cálido abrazo.

Llévame contigo, a donde quieras,

Y es que no hay mayor consuelo que

una madre que te quiera y que algún

día pudiera, al Cielo ir por tu escalera

Y entender que contigo Madre

querida, valió la pena

Que no me canse nunca de mirarte

Y repetir cion humilde devoción:

Te quiero con locura preciosa Madre

Tú el mejor regalo de mi Dios

Que no me canse nunca de mirarte

Y repetir con humilde devoción:

Te quiero con locura preciosa Madre."



lunes, 5 de septiembre de 2022

Santa Teresa de Calcuta

 Hoy, 5 de septiembre, celebramos la fiesta de Santa Teresa de Calcuta.

Santa Teresa de Calcuta, don para la Iglesia de hoy, constituye uno de los ejemplos más claros de cómo debemos amar a Cristo en el servicio a los más pobres, o a los “más pobres entre los pobres”, como ella los llamaba. Teresa de Calcuta, además, le dio una lección al mundo sobre cómo entender la pobreza. Para ella, la mayor pobreza no necesariamente se encuentra en los barrios humildes -como los de Calcuta-, sino también en todos aquellos lugares donde el amor está ausente, como en las sociedades en las que se permite el aborto.

La Madre Teresa nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, en ese entonces parte de Albania y hoy territorio de Macedonia. Su nombre fue Gonxha Agnes Bojaxhiu, pero adoptó el de Teresa al ingresar al Instituto de la Bienaventurada Virgen María.

Fue bautizada un día después de nacer, recibió la Primera Comunión a los 5 años, y la Confirmación un año después.

Ingresó a la Congregación de las Hermanas de Loreto en 1928; al año siguiente llegó a la India e hizo sus primeros votos en 1937. Permaneció 20 años en dicha congregación, pero Dios le mostraría otros caminos. Así, el 7 de octubre de 1950 fundó a las Misioneras de la Caridad, congregación con un carisma muy especial: entregarse a los más pobres entre los pobres. En 1963 fundó la rama masculina de la congregación, Hermanos Misioneros de la Caridad; en 1973 a las Hermanas Contemplativas, en 1979 a los Hermanos Contemplativos. En 1984 fundó a los Padres Misioneros de la Caridad y el movimiento Corpus Christi para sacerdotes.

En 1979, la Madre Teresa recibió el Premio Nobel de la Paz por su labor acercando a los pueblos.

Cuando fue llamada a la Casa del Padre el 5 de septiembre de 1997, la congregación que fundó contaba con 3,842 religiosas en 594 casas en todo el mundo,

Fue beatificada por su gran amigo San Juan Pablo II el 19 de octubre del 2003, quién la recordó de la siguiente manera: “Saciar la sed de amor y de almas de Jesús en unión con María, la Madre de Jesús, se convirtió en el único objetivo de la existencia de la Madre Teresa, y en la fuerza interior que la impulsaba y la hacía superarse a sí misma e ‘ir deprisa’ a través del mundo para trabajar por la salvación y la santificación de los más pobres de entre los pobres”.

Fue canonizada 13 años después por el Papa Francisco dentro de la celebración del Jubileo de los voluntarios y operarios de la misericordia. En esa ocasión el Pontífice señaló que "Madre Teresa, a lo largo de toda su existencia, ha sido una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada. Se ha comprometido en la defensa de la vida proclamando incesantemente que el ‘no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre’".

En una célebre entrevista, concedida poco tiempo antes de morir, Santa Teresa de Calcuta dejó este mensaje 1997: “Ámense los unos a los otros, como Jesús los ama. No tengo nada que añadir al mensaje que Jesús nos dejó. Para poder amar hay que tener un corazón puro y rezar. El fruto de la oración es la profundización en la fe. El fruto de la fe es el amor. Y el fruto del amor es el servicio al prójimo. Esto nos trae la paz” (Entrevista a la revista brasileña misionera “Sem Fronteiras”.





Séptimo Domingo de San José

 Séptimo Domingo de San José