sábado, 22 de octubre de 2022

Fiesta de San Juan Pablo II

Hoy, 22 de octubre, la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Juan Pablo II, el Papa peregrino, el Pontífice que viajó por el mundo entero llevando un mensaje de paz y reconciliación. Juan Pablo II, como heredero del Concilio Vaticano II, contribuyó enormemente a su asimilación, desarrollando un nutrido y sólido magisterio. Puestos los pies sobre el suelo firme de la tradición de la Iglesia y el Evangelio, supo proyectarse al futuro convocando a todos a ser parte de una “Nueva Evangelización”. Juan Pablo II fue también un defensor incansable de la vida y la familia en todos los frentes. Así lo testimonian sus palabras: “el matrimonio y la familia cristiana edifican la Iglesia. Los hijos son el fruto precioso del matrimonio".

Karol Jósef Wojtyla, más conocido como San Juan Pablo II, nació en Wadowice (Polonia) en 1920. Sus padres, católicos fervorosos, lo educaron en la calidez de la fe. Su juventud estuvo marcada por el ambiente desolador y trágico causado por la Segunda Guerra Mundial y la invasión nazi a Polonia. Aun así, pudo ingresar al seminario y seguir su formación de manera clandestina. Fue ordenado sacerdote en 1946 y en 1958 se convirtió en obispo auxiliar en la arquidiócesis de Cracovia. Al ser ordenado obispo, Karol escogió como lema oficial la expresión latina “Totus Tuus” (todo tuyo) en honor a María Santísima, y que mantuvo durante su pontificado.

Wojtyła participó activamente en las sesiones del Concilio Vaticano II (1962-1965). Fue importante su colaboración en la elaboración de las constituciones dogmáticas “Gaudium et Spes” y “Lumen Gentium”. En 1964 sería nombrado Arzobispo Metropolitano de Cracovia y posteriormente, el 29 de mayo de 1967, creado cardenal por el ahora Papa San Pablo VI, convirtiéndose en el segundo más joven de aquella época, con solo 47 años de edad. Su labor como arzobispo se caracterizó por la promoción de la pastoral para los sordomudos y ciegos, creó además el “Instituto de familia” y el programa “S.O.S. Cardenal Wojtyla” para ayudar a madres solteras en peligro de abortar.

A la muerte de Juan Pablo I en 1978, Wojtyla es elegido Sumo Pontífice, adoptando el nombre de “Juan Pablo II”, en honor a su predecesor. Realizó 104 viajes apostólicos fuera de Italia y 146 al interior de ese país. Su pontificado fue el segundo más largo de la historia: 26 años, 5 meses y 18 días (9,666 días en total), de 1978 a 2005. A Juan Pablo II se le reconoce como uno de los artífices de la caída de los regímenes comunistas totalitarios de la Europa Oriental de la segunda mitad del s. XX. Ejerció, en ese sentido, un liderazgo decisivo en la consecución de la paz mundial y la liberación de los pueblos de las ideologías. También fue un crítico de los excesos del sistema capitalista y un defensor de la clase trabajadora.

Lamentablemente, el Papa Juan Pablo II fue víctima de la violencia: sufrió un atentado contra su vida el 13 de mayo de 1981 (día de la Virgen de Fátima), del que salió muy mal herido aunque logró sobrevivir providencialmente. Dio un gran ejemplo al mundo cuando, ya recuperado, visitó en la cárcel al hombre que le disparó, el ciudadano turco Mehmet Ali Ağca, concediéndole el perdón.

San Juan Pablo II siempre estuvo preocupado por los jóvenes. Fue él quien impulsó las “Jornadas Mundiales de la Juventud'', con las que congregó a millones de ellos, provenientes de todas partes del mundo. También fue el inspirador y promotor de los “Encuentros Mundiales de las Familias''.

El Papa peregrino partió a la Casa del Padre el 2 de abril de 2005, a los 84 años de edad. Fue beatificado por el Papa Benedicto XVI en 2011 y canonizado en abril de 2014 por el Papa Francisco. En la homilía de la ceremonia de canonización, Francisco señaló lo siguiente: “San Juan Pablo II fue el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia”.



miércoles, 19 de octubre de 2022

DÍA MUNDIAL CONTRA EL CÁNCER DE MAMA

 Hoy, día mundial contra el cáncer de mama, le pedimos a Nuestra Madre por todas aquellas que sufren esta enfermedad, por sus familiares y por los que trabajan por la prevención y el tratamiento de la misma. También tenemos presente a todas aquellas que ya no están, que Nuestra Señora de la Soledad las acoja bajo su manto.



miércoles, 12 de octubre de 2022

Beato Carlo Acutis

Hoy recordamos la memoria del Beato Carlo Acutis, "un chico de quince años, enamorado de la Eucaristía. No se instaló en una cómoda inmovilidad, sino que comprendió las necesidades de su tiempo, porque en los más débiles veía el rostro de Cristo. Su testimonio indica a los jóvenes de hoy que la verdadera felicidad se encuentra poniendo a Dios en primera posición y sirviéndolo en los hermanos, especialmente en los últimos". (Francisco I)

“Su vida es un modelo particularmente para los jóvenes, para no encontrar justificaciones no solo en los éxitos efímeros, sino en los valores perennes que Jesús sugiere en el Evangelio, es decir, para poner a Dios en primer lugar en las grandes y pequeñas circunstancias de la vida, y para servir a los hermanos, especialmente a los últimos” (Palabras del Cardenal Agostino Vallini en la Homilía de la Misa de beatificación de Carlo Acutis - 10 de octubre de 2020).

Hay algo esencial en la vida cristiana, algo que Carlo supo vivir muy bien: el centro de todo debe ser Dios. Cuando hacemos de Cristo “la piedra angular” de nuestras existencias, la santidad se hace posible.


Nada podrá separarnos del amor de Dios

Carlo Acutis nació el 3 de mayo de 1991 en Londres (Inglaterra), ciudad donde trabajaban sus padres, Andrea Acutis y Antonia Salzano, ambos italianos. Meses después de su nacimiento, los padres de Carlo decidieron regresar a Italia y se mudaron con él a Milán.

Desde muy pequeño, Carlo evidenció un cariño especial por Dios y una sensibilidad muy peculiar para aprender y conocer las cosas relativas a la fe -a pesar de que sus padres no eran particularmente devotos en ese entonces-.

Aquel amor por el Señor no pararía de crecer y se fortalecería aún más en su adolescencia, cuando a Carlo le diagnosticaron leucemia mieloide aguda. En ese momento, lejos de desesperar, Carlo manifestó su deseo de ofrecer su sufrimiento “por el Señor, el Papa y la Iglesia”.

Así revelaba una profunda madurez espiritual a sus cortos 15 años, expresión de un corazón que fue tomando precozmente la forma del Corazón de Cristo.

Son abundantes los testimonios sobre la alegría de Carlo, su fortaleza, su preocupación por el bien de los que le rodeaban, su sensibilidad y empatía para con sus compañeros del colegio -especialmente si eran maltratados-; o, con los pobres, a quienes asistió en numerosas ocasiones junto a sus amigos.

A todos les llamaba la atención la naturalidad con la que el joven se acercaba a los enfermos, a los necesitados o a quien estuviese sufriendo, como asegurándose de que Dios estuviera en sus vidas, y que sea su amor el que los alivie -material o espiritualmente-.


Dios presente en la Internet

A Carlo Acutis lo han llamado “Ciberapóstol de la Eucaristía”, “Apóstol de los millennials” y, más recientemente, “Apóstol de la Internet”; y es que hay razones suficientes para ello: Carlo fue un promotor y divulgador, por iniciativa propia, de los milagros eucarísticos en el ciberespacio. Una de las cosas más interesantes que hizo fue diseñar un sitio web con ese fin.

Allí escribió: “Mientras más frecuente sea nuestra recepción de la Eucaristía, más seremos como Jesús. Y en esta tierra podremos pregustar el Cielo”. Es claro que sus palabras revelan la sana comprensión que tenía de las nuevas tecnologías y su utilidad en la evangelización.

Se dice también que gustaba de los videojuegos y que incluso tuvo una consola PlayStation 2, la que por decisión propia solo usaba los domingos durante una hora.


Autopista al Cielo

Sabemos que todo santo es hijo de su tiempo, aunque capaz de cuestionar las condiciones propias del momento en el que vive. En ese sentido, cualquier cosa que pueda decirse de Carlo Acutis solo puede entenderse bajo ese principio.

Vivió como un chico común de finales del siglo XX -paseaba, jugaba, estudiaba, ayudaba en casa, se divertía con amigos y familiares-, pero no se limitó a eso: Carlo escogió la ruta hacia lo eterno, la parte mejor, sin dejarse llevar por la corriente en contra.

El joven beato tuvo un trato frecuente con la Eucaristía -en la oración frente al Santísimo Sacramento y en la comunión frecuente- y una hermosa relación con la Virgen María. Carlo iba a misa varias veces por semana y amaba rezar el Rosario todos los días.

Fue un joven forjado en la oración que no se perdió en el “bullicio” del mundo de hoy. Constantemente decía: “La Eucaristía es mi autopista al Cielo”.


Camino a los altares

Carlo murió el 12 de octubre de 2006, día de la Virgen del Pilar. Fue sepultado en Asís, por pedido suyo, debido al gran amor que le tenía a San Francisco. Su causa de beatificación se abrió en 2013. Fue declarado “Venerable” en 2018 y desde el pasado 10 de octubre de 2020, se cuenta entre los beatos.

El milagro que hizo posible su beatificación sucedió en Brasil. Gracias a su intercesión, un niño resultó curado de una grave enfermedad.

El niño que quedó curado se llama Matheus. Él padecía una malformación congénita conocida como páncreas anular, condición que impide la correcta ingesta y digestión de los alimentos, entorpece la nutrición y atrofia el crecimiento de una persona, causándole además numerosos malestares.

La madre de Matheus tuvo noticia de Carlo Acutis a través de un sacerdote amigo y se dedicó a pedir su intercesión por la curación de su hijo. El milagro tuvo lugar después de que Matheus venerara una de las reliquias del nuevo Beato.


Oración al Beato Carlo Acutis

Oh Padre,
que nos has dado el testimonio ardiente,
del joven Venerable  Carlo Acutis,
que convirtió la Eucaristía en el centro de su vida
y la fuerza de su dedicación cotidiana
para que los demás también Te amaran sobre todas las cosas,
haz que pueda
formar parte de los Beatos y los Santos de tu Iglesia.

Confirma mi fe,
alimenta mi esperanza,
fortalece mi caridad,
a imagen del joven Carlo,
que, creciendo en estas virtudes,
ahora vive a Ti.
Concédeme la gracia que tanto necesito...

Confío en Ti, Padre,
y en tu amadísimo Hijo Jesús,
en la Virgen María, nuestra dulcísima Madre,
y en la intercesión de Tu Venerable  Carlo Acutis.

Se reza un Padrenuestro, un Ave María y un gloria.

Fiesta de Ntra. Sra. del Pilar

La tradición de la Virgen del Pilar, tal como ha surgido de unos documentos del siglo XIII que se conservan en la catedral de Zaragoza, se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Jesucristo, cuando los apóstoles predicaban el Evangelio. Se dice que Santiago el Mayor había desembarcado en la Península por el puerto de Cartagena, lugar donde fundó la primera diócesis española, predicando desde entonces por diversos territorios del país. Los documentos dicen textualmente que Santiago, "llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas del Ebro. Allí predicó Santiago muchos días y, entre los muchos convertidos eligió como acompañantes a ocho hombres, con los cuales trataba de día del reino de Dios, y por la noche, recorría las riberas para tomar algún descanso". 

En la noche del 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando "oyó voces de ángeles que cantaban Ave María, Gratia Plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol". La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal, le pidió al Apóstol que se le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que "permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio". Desapareció la Virgen y quedó ahí el pilar. El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a edificar una iglesia en aquel sitio y, antes de que estuviese terminada la Iglesia, Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma, la consagró y le dio el título de Santa María del Pilar, antes de regresarse a Judea. Esta fue la primera iglesia dedicada en honor a la Virgen Santísima.

La devoción del pueblo por la Virgen del Pilar se halla tan arraigada entre los españoles y desde épocas tan remotas, que la Santa Sede permitió el establecimiento del Oficio del Pilar en el que se consigna la aparición de la Virgen del Pilar como "una antigua y piadosa creencia". En 1438 se escribió un "Libro de Milagros" atribuidos a la Virgen del Pilar, que contribuyó al fomento de la devoción hasta el punto de que, el rey Fernando el Católico dijo: "creemos que ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicado a la Santa y Purísima Virgen y Madre de Dios, Santa María del Pilar, que resplandece con innumerables y continuos milagros".

El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar, pero ya desde siglos antes, en todas las iglesias de España y entre los pueblos sujetos al rey católico, se celebraba la dicha de haber tenido a la Madre de Dios en su región cuando todavía vivía en carne mortal. 

Tres rasgos peculiares que caracterizan a Ntra. Sra. del Pilar y la distinguen de otras advocaciones marianas. El primero es que se trata de una venida extraordinaria de la Virgen durante su vida mortal. La segunda la constituye la Columna o Pilar que la misma Señora trajo para que sobre él se construyera la primera capilla que, de hecho, sería el primer templo mariano de toda la Cristiandad. Y la tercera es la vinculación de la tradición pilarista con la tradición jacobea (Santiago de Compostela); por ello, Zaragoza y Compostela, el Pilar y Santiago, han constituido los ejes fundamentales en torno a los cuales ha girado durante siglos la espiritualidad de España.

La Basílica del Pilar, en Zaragoza, constituye en la actualidad uno de los santuarios marianos más importantes del mundo y recibe continuas peregrinaciones. Ante la Virgen han orado gentes de todas las razas, desde las más humildes, hasta los reyes y gobernantes más poderosos, e incluso pontífices. El grandioso templo neoclásico se levanta sobre el lugar de la aparición, conservándose la Columna de piedra que la Virgen dejó como testimonio, un Pilar que simboliza la idea de solidez del edificio-iglesia, el conducto que une el Cielo y la Tierra, a María como puerta de la salvación.

El día 12 de octubre de 1492 fue precisamente cuando las tres carabelas de Cristóbal Colón avistaban las desconocidas tierras de América, lo que ha motivado que la Virgen del Pilar haya sido proclamada como patrona de la Hispanidad, constituyendo el mejor símbolo de unión entre los pueblos del viejo y nuevo continente. Su fiesta se celebra con gran fasto en todas las naciones de habla hispana y especialmente en la ciudad de Zaragoza, donde miles de personas venidas de todo el mundo realizan una multitudinaria ofrenda floral a la Virgen.




lunes, 10 de octubre de 2022

Santo Tomas de Villanueva

Hoy celebramos Santo Tomás de Villanueva, patrón de la diócesis de Ciudad Real.

Propuesto por el emperador Carlos V, el religioso agustino Tomás de Villanueva fue nombrado por el papa Pablo III, el 10 de octubre de 1544, arzobispo de Valencia.

Había nacido en Fuenlíana, cerca de Villanueva de los Infantes, en 1486, en la actual provincia de Ciudad Real.

Cursó estudios de artes y teología en la recién fundada Universidad de Alcalá de Henares. En 1516 ingresé en la orden agustina, donde fue prior conventual, visitador géneral y prior provincial de Andalucía y Castilla. Fue eximio predicador, consejero y confesor del rey Carlos I.

A su llegada a Valencia se presentaba a sus ojos una sociedad problematizada. A pesar del esplendor económico-social que experimentaba en aquellos tiempos, al estar la Diócesis más de cien años sin gobierno pastoral directo, la situación moral, no sólo del pueblo, sino también del clero, era realmente lamentable.

Urgía por ello que hubiese en la diócesis de Valencia la atención pastoral conveniente, como clave de una verdadera reforma eclesial.

Para ello utilizó los medios que tenía a su alcance, pero siempre en plena línea evangélica. Le ayudó en esta tarea su obispo auxiliar, Juan Segriá, plenamente compenetrado con los sentimientos del Santo Arzobispo.

Dio una gran importancia a la atención que había que brindar a los sacerdotes. Y fueron la dulzura y el cariño los medios de los que se sirvió. Les orientaba para que supieran cómo tenían que actuar. Decía a los predicadores, por ejemplo, que se tenían que preparar para ejercer el ministerio con la oración y el estudio.

Sabiendo que su deber era exponer la Palabra de Dios, lo hacía adaptándose a las necesidades del pueblo cristiano, teniendo en cuenta a los sencillos y sin cultura. Utilizaba con frecuencia el lenguaje adaptado a los niños, para hacerles asequibles las verdades del Evangelio.

Destacó especialmente su atención a los moriscos. Intenté encontrar los medios adecuados para solucionar sus problemas, erigiendo varias rectorías debidamente dotadas y organizando un colegio destinado a los nuevos convertidos, aunque los progresos fueron muy escasos.

Desde el primer momento de su actuación como arzobispo de Valencia, fue consciente de que los bienes de la Iglesia no son de los pastores, sino que son simplemente sus administradores. Y como tal comenzó a comportarse.

Prestó una pródiga atención material a los eclesiásticos, a quienes socorría dadivosamente. A nivel diocesano organizó la caridad con un plan de asistencia y auxilio social permanente. Atendió a todos.

La diócesis de Valencia, tras once años de su ministerio episcopal, quedó marcada por la línea pastoral que trazó, de modo que a su muerte, acaecida el 8 de septiembre de 1586, la Diócesis quedaba organizada y en buen estado.

Desde luego, con la renovación eclesial operada con su actuación pastoral, se inauguraban los tiempos modernos de la Diócesis, que culminarían con la gestión pastoral del arzobispo San Juan de Ribera.

Fue canonizado por el papa Alejandro VII el 1 de noviembre de 1688. Su fiesta litúrgica se celebra el 10 de octubre.



viernes, 7 de octubre de 2022

Festividad de la Virgen del Rosario

El 7 de octubre se celebra a la Virgen del Rosario, advocación que nos recuerda la importancia de dirigirnos afectuosamente a nuestra Madre a través del rezo del Santo Rosario. Fue la misma Madre de Dios quien nos pidió que lo recemos y lo difundamos para que, a través de este, podamos obtener gracias abundantes.

El Rosario es inobjetablemente una oración mariana -una ayuda certera para crecer en amor a la Mujer que nos trajo la salvación-, pero no siempre reparamos en que es, antes que nada, una oración “cristocéntrica”, es decir, una oración centrada en Cristo. La enunciación de los misterios y las avemarías que se suceden al rezar nos ayudan a contemplar y meditar los misterios de la vida del Salvador acompañados de María, la madre que siempre estuvo cerca del Hijo. Ella nos enseña a acercarnos a esos misterios a través de sus propios ojos, porque todo en María es una invitación a amar al Hijo.

En el año 1208 la Virgen María se le apareció a Santo Domingo de Guzmán, le entregó el Santo Rosario, en la forma como lo conocemos hoy, y le enseñó cómo rezarlo. Nuestra Santa Madre le encomendó entonces al santo español que se convirtiese en propagador de esta devoción. Así lo hizo Santo Domingo, y el Rosario, a lo largo de los siglos, fue calando cada vez más hondo en el alma de todos los católicos.

Uno de los episodios históricos que ha sido determinante en la historia de la difusión del Rosario fue la “Batalla de Lepanto” (7 de octubre de 1571). En ella una coalición de tropas y fuerzas navales cristianas se enfrentaron a la armada del imperio Otomano, de raigambre islámica, con el propósito de detener sus ambiciones expansionistas en Occidente y recuperar soberanía alrededor del Mediterráneo. Los cristianos, antes de la batalla, se encomendaron a la Virgen y rezaron el Santo Rosario. La victoria contundente que se produjo posteriormente fue atribuida por los ejércitos cristianos a la intercesión de la Virgen.

El Papa San Pío V, en agradecimiento a la Virgen María, instituyó la Fiesta de la “Virgen de las Victorias”, a celebrarse el primer domingo de octubre. Además, añadió el título de “Auxilio de los Cristianos” a las letanías dedicadas a la Madre de Dios.

Más adelante, el Papa Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de “Nuestra Señora del Rosario”; y Clemente XI extendió la celebración a toda la Iglesia de Occidente. Posteriormente, San Pío X fijó definitivamente la fiesta para el 7 de octubre e inmortalizó estas palabras: “Denme un ejército que rece el Rosario y este vencerá al mundo”.

“Rosario” significa “corona de rosas” y, tal como lo definió el propio San Pío V, “es un modo piadosísimo de oración, al alcance de todos, que consiste en ir repitiendo el saludo que el ángel le dio a María; interponiendo un padrenuestro entre cada diez avemarías y tratando de ir meditando mientras tanto en la vida de Nuestro Señor".

En los albores del siglo XXI, San Juan Pablo II -quien añadió los “misterios luminosos” al rezo del Santo Rosario- escribió, en su carta apostólica “Rosarium Virginis Mariae”, que esta oración mariana “en su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad”. El Papa Peregrino concluye aquel documento con esta hermosa oración del Beato Bartolomé Longo, apóstol del Rosario:

Oración

Oh Rosario bendito de María, dulce cadena que nos une con Dios,

vínculo de amor que nos une a los Ángeles,

torre de salvación contra los asaltos del infierno,

puerto seguro en el común naufragio, no te dejaremos jamás.

Tú serás nuestro consuelo en la hora de la agonía.

Para ti el último beso de la vida que se apaga.

Y el último susurro de nuestros labios será tu suave nombre,

oh Reina del Rosario de Pompeya,

oh Madre nuestra querida,

oh Refugio de los pecadores,

oh Soberana consoladora de los tristes.

Que seas bendita por doquier, hoy y siempre, en la tierra y en el cielo. Amén.

martes, 4 de octubre de 2022

Fiesta de San Francisco de Asís

 Cada 4 de octubre la Iglesia universal celebra a San Francisco de Asís, el santo que se unió a Cristo en sus dolores, el hombre que se santificó en la pobreza, el santo que reconoció a Dios en la naturaleza.

Sin lugar a dudas, el Santo de Asís ha sido siempre una figura de inmensa importancia para la Iglesia, y lo sigue siendo hoy. Tan es así que el Papa Francisco decidió tomar su nombre al asumir el pontificado, con el deseo de honrar su memoria y, al mismo tiempo, como una forma de pedir su intercesión. Es el mismo Papa quien alguna vez lo llamó “hombre de armonía y de paz”.

San Francisco nació en Asís (Italia) en 1182, en el seno de una familia acomodada. Su padre era un rico comerciante y, por lo tanto, él estaba destinado a asumir el negocio familiar. Sintiéndose pagado de sí mismo, mientras el tiempo de asumir mayores responsabilidades llegaba, Francisco se dedicó a gozar de sus bienes en medio de la ostentación y las frivolidades. Para su miseria, no hubo mayores contratiempos en su vida hasta que se vio forzado a ir a la guerra y cayó prisionero. Es verdad que no fue mucho el tiempo que pasó en esa condición, pero su salud empezó a resquebrajarse. Cercado por el desasosiego, en medio del horror de la guerra y la enfermedad, Francisco empezó a escuchar una voz que clamaba desde su interior: “sirve al amo y no al siervo”.

Su estado precipitó el retorno a casa y allí, en contacto con la naturaleza y en el redescubrimiento de la oración, poco a poco fue entendiendo que Dios quería algo más de él.

Francisco comenzó a visitar a los enfermos abandonados del pueblo, muchos de ellos leprosos. Con frecuencia les llevaba algo de comida y abrigo, hasta que decidió regalarles sus propios vestidos y su dinero. Algo nuevo crecía en su corazón y era muy distinto a cualquier cosa que hubiese probado antes: su espíritu empezaba a tener paz, aun rodeado de pobreza, viviendo humildemente y con el corazón tocado por el dolor de los demás.

Cierto día, mientras oraba en la Iglesia de San Damián, le pareció que el crucifijo le miraba mientras decía: “Francisco, repara mi casa, pues ya ves que está en ruinas”. Entonces, creyendo que Cristo le pedía reparar el templo físico, fue, vendió los vestidos de la tienda de su padre, y llevó el dinero al sacerdote que cuidaba el templo, pidiéndole que lo deje vivir allí. El sacerdote aceptó que se quedara, pero no recibió el dinero. Entonces, su padre lo buscó, lo golpeó furiosamente y, al ver que su hijo no quería regresar a casa, le exigió que le devolviera el dinero. Francisco, por consejo del obispo, decidió honrar a su padre devolviéndole todo, cosa que cumplió hasta el extremo de devolver hasta la ropa que llevaba encima.

Lejos de la manera como había vivido por muchos años, Francisco se dedicó a reconstruir la Iglesia de San Damián y de San Pedro. Con el tiempo se trasladó a una capillita llamada Porciúncula, la cual reparó y convirtió en su hogar. Con el corazón transformado por la oración, Francisco pedía limosna para los pobres y los servía con cariño. Mientras iba de camino, quien se encontraba con él recibía su saludo característico: “La paz del Señor sea contigo”.

Su estilo de vida empezó a atraer a muchos, quienes también querían acompañarle y ayudarlo en sus labores. Entonces, la idea de formar una hermandad religiosa se fue concretando hasta que, en 1210, Francisco, junto a sus amigos, viajó a Roma con el manuscrito de la futura regla en mano, en busca de la aprobación pontificia.

Y el Papa dio su aprobación. El espíritu de la regla aprobada giraba en torno a la pobreza, que sería el fundamento de la nueva orden. Pobreza que debía ser asumida con amor y expresada en la manera de vestir, los utensilios que se empleaban y, principalmente, en los actos. Para sorpresa de los incrédulos, los hermanos de Francisco reflejaban alegría y contento.

Considerándose indigno del sacerdocio pleno, llegó sólo a recibir el diaconado y quiso darle a su Orden el nombre de “Frailes menores”, con el propósito de que sus miembros fueran conscientes de su llamado a ser verdaderos siervos de todos, amantes de las cosas de Dios que se hallan en lo sencillo.

La humildad y el desprendimiento que Francisco vivía eran en esencia expresión de una convicción: “ante los ojos de Dios, el hombre vale por lo que es y no más”. De allí sus palabras: "Hay muchos que tienen por costumbre multiplicar plegarias y prácticas devotas, afligiendo sus cuerpos con numerosos ayunos y abstinencias; pero con una sola palabrita que les suena injuriosa a su persona o por cualquier cosa que se les quita, enseguida se ofenden e irritan. Estos no son pobres de espíritu, porque el que es verdaderamente pobre de espíritu, se aborrece a sí mismo y ama a los que le golpean en la mejilla".

Cristo le concedió a Francisco el don de poderlo acompañar de cerca en los dolores de su Pasión: recibió de Nuestro Señor los estigmas en carne propia. El santo, en su madurez, había experimentado durante la oración continuos éxtasis y muchos hechos prodigiosos tuvieron lugar a su alrededor. Pero recibir los estigmas fue el mayor de todos. De eso dieron fe los hermanos que le fueron más cercanos, así como de su deseo de mantener el milagro en reserva. Era como si, de alguna manera, Francisco fuese “menos él” y cada vez más -semejante a- Jesucristo en todo.

San Francisco de Asís murió el 3 de octubre de 1226, con solo 44 años de edad. Su figura e influencia en la historia de la Iglesia y en la cultura es inapreciable. Incluso quienes no tienen fe o no son parte de la Iglesia católica reconocen en él a una persona extraordinaria. Parte de esa influencia hoy permanece intacta, por ejemplo, en el amor a la naturaleza, en particular el cariño por los animales. Por otro lado, Francisco sigue presente en muchos detalles y costumbres que evocan sencillez y grandeza: a él se le atribuye haber iniciado la tradición de armar el “belén”, “el pesebre” o “nacimiento”, en el hogar, durante los días de Navidad.

El 4 de octubre de 2013 el Papa Francisco celebró una misa en la ciudad de Asís. He aquí un fragmento de su homilía de aquel día: “San Francisco es testigo del respeto por todo, de que el hombre está llamado a custodiar al hombre, de que el hombre está en el centro de la creación, en el puesto en el que Dios –el Creador– lo ha querido, sin ser instrumento de los ídolos que nos creamos… Francisco fue hombre de armonía, un hombre de paz”.



domingo, 2 de octubre de 2022

Santos Ángeles Custodios

Cada 2 de octubre, la Iglesia Católica celebra a los Santos Ángeles Custodios.

“Todo fiel tiene junto a sí un ángel como tutor y pastor, para llevarlo a la vida”, decía San Basilio (c.330-379), refiriéndose al ángel custodio que, de acuerdo a la tradición, vela por el bien y la salud espiritual de cada uno de los seres humanos.

Siempre a nuestro lado. Siempre

San Basilio enseña precisamente que Dios ha dispuesto que toda alma no esté “sola”, sino que cuente con un protector con la misión específica de acompañar y guiar a una persona a lo largo de la vida. Esta tarea ha de cumplirse desde el momento de la concepción hasta la hora de la muerte.

Nuestro ángel custodio no nos abandona ni se aleja. Lamentablemente, la mayor parte del tiempo no somos conscientes de su presencia. Por eso, es una santa costumbre que cada 2 de octubre recordemos y celebremos la fiesta de los Ángeles custodios, nuestros guardianes.

La palabra “ángel” proviene del griego antiguo y significa “mensajero”, o “el que lleva un encargo”.


En la Biblia

La Sagrada Escritura da cuenta de la existencia de los ángeles y cómo, en momentos cruciales de la historia de la salvación, ellos han aparecido con el propósito de cumplir una misión especial dada por Dios. Son creaturas como nosotros, pero gozan de una condición particular. No son seres corpóreos, y por lo tanto, no están sometidos a las leyes que regulan la materia, el tiempo y el espacio.

Los ángeles custodios son los espíritus celestiales de los que habla el Salmo 90: "A sus ángeles ha dado órdenes Dios para que te guarden en tus caminos"; y de los que da cuenta el Evangelio cuando, por ejemplo, Jesús dice: "Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus Ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial" (Mt. 18,10).


En la tradición

San Agustín dice respecto a ellos: "El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel".

Dice, además, el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC, 329): «Los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan "constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos" (Mt 18, 10), son "agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra" (Sal 103, 20)”».

La Iglesia celebra la fiesta de los Ángeles Custodios desde el siglo XVII. Dicha celebración fue instituida por el Papa Clemente X.


Oración

Ángel de la paz, Ángel de la Guarda, a quien soy encomendado,
mi defensor, mi vigilante centinela; gracias te doy, que me libraste
de muchos daños del cuerpo y del alma. Gracias te doy, que estando durmiendo, 
me velaste, y despierto, me encaminaste; al oído con santas inspiraciones me avisaste. Perdóname, amigo mío, mensajero del cielo, consejero, protector y fiel guarda mía; muro fuerte de mi alma, defensor y compañero celestial. En mis desobediencias, vilezas y descortesías, 
ayúdame y guárdame siempre de noche y de día. Amén. 


sábado, 1 de octubre de 2022

Santa Teresita del Niño Jesús

Santa Teresa del Niño Jesús nació en la ciudad francesa de Alençon, el 2 de enero de 1873, sus padres ejemplares eran Luis Martin y Acelia María Guerin, ambos santos. Murió en 1897, y en 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y la proclamaría después patrona universal de las misiones. La llamó «la estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de gloria» el movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta joven carmelita. Proclamada "Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan Pablo II el 19 de Octubre de 1997 (Día de las misiones)«Siempre he deseado, afirmó en su autobiografía Teresa de Lisieux, ser una santa, pero, por desgracia, siempre he constatado, cuando me he parangonado a los santos, que entre ellos y yo hay la misma diferencia que hay entre una montaña, cuya cima se pierde en el cielo, y el grano de arena pisoteado por los pies de los que pasan. En vez de desanimarme, me he dicho: el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad; llegar a ser más grande me es imposible, he de soportarme tal y como soy, con todas mis imperfecciones; sin embargo, quiero buscar el medio de ir al Cielo por un camino bien derecho, muy breve, un pequeño camino completamente nuevo. Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la perfección».


Teresa era la última de cinco hermanas - había tenido dos hermanos más, pero ambos habían fallecido - Tuvo una infancia muy feliz. Sentía gran admiración por sus padres: «No podría explicar lo mucho que amaba a papá, decía Teresa, todo en él me suscitaba admiración».Cuando sólo tenía cinco años, su madre murió, y se truncó bruscamente su felicidad de la infancia. Desde entonces, pesaría sobre ella una continua sombra de tristeza, a pesar de que la vida familiar siguió transcurriendo con mucho amor. Es educada por sus hermanas, especialmente por la segunda; y por su gran padre, quien supo inculcar una ternura materna y paterna a la vez. Con él aprendió a amar la naturaleza, a rezar y a amar y socorrer a los pobres. Cuando tenía nueve años, su hermana, que era para ella «su segunda mamá», entró como carmelita en el monasterio de la ciudad. Nuevamente Teresa sufrió mucho, pero, en su sufrimiento, adquirió la certeza de que ella también estaba llamada al Carmelo.Durante su infancia siempre destacó por su gran capacidad para ser «especialmente» consecuente entre las cosas que creía o afirmaba y las decisiones que tomaba en la vida, en cualquier campo. Por ejemplo, si su padre desde lo alto de una escalera le decía: «Apártate, porque si me caigo te aplasto», ella se arrimaba a la escalera porque así, «si mi papá muere no tendré el dolor de verlo morir, sino que moriré con él»; o cuando se preparaba para la confesión, se preguntaba si «debía decir al sacerdote que lo amaba con todo el corazón, puesto que iba a hablar con el Señor, en la persona de él».

Cuando sólo tenía quince años, estaba convencida de su vocación: quería ir al Carmelo. Pero al ser menor de edad no se lo permitían. Entonces decidió peregrinar a Roma y pedírselo allí al Papa. Le rogó que le diera permiso para entrar en el Carmelo; el le dijo: «Entraréis, si Dios lo quiere. Tenía ‹dice Teresa‹ una expresión tan penetrante y convincente que se me grabó en el corazón».

En el Carmelo vivió dos misterios: la infancia de Jesús y su pasión. Por ello, solicitó llamarse sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Se ofreció a Dios como su instrumento. Trataba de renunciar a imaginar y pretender que la vida cristiana consistiera en una serie de grandes empresas, y de recorrer de buena gana y con buen ánimo «el camino del niño que se duerme sin miedo en los brazos de su padre».

A los 23 años enfermó de tuberculosis; murió un año más tarde en brazos de sus hermanas del Carmelo. En los últimos tiempos, mantuvo correspondencia con dos padres misioneros, uno de ellos enviado a Canadá, y el otro a China, y les acompañó constantemente con sus oraciones. Por eso, Pío XII quiso asociarla, en 1927, a san Francisco Javier como patrona de las misiones.

                                        


Oración de Santa Teresita a la Virgen María

"Para que una hija

pueda a su madre querer,

es necesario que ésta

sepa llorar con ella,

que con ella comparta

sus penas y dolores.

¡Oh dulce Reina mía!,

cuántas y amargas lágrimas

lloraste en el destierro para ganar mi corazón,

¡oh Reina!

Meditando tu vida

tal como describe el Evangelio,

yo me atrevo a mirarte

y hasta a acercarme a ti.

No me cuesta creer que soy tu hija,

cuando veo que mueres,

cuando veo que sufres como yo".

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