domingo, 16 de enero de 2022

JORNADA DE LA INFANCIA MISIONERA

Hoy celebramos la jornada de la infancia misionera. Los niños de todo el mundo son convocados por la Infancia Misionera a ayudarse entre ellos, de manera especial a los más desfavorecidos, a través del apoyo a la labor que los misioneros realizan por todos los rincones del mundo. Infancia Misionera es una red mundial de niños, extendida por 120 países, que lleva más de 175 años ayudando a otros niños.

Con motivo de la celebración de la jornada, el delegado de Misiones de la diócesis, Damián Díaz Ortiz, presentó el pasado jueves el lema y las actividades que se realizarán este domingo, dando a conocer los datos de la jornada del pasado año.

Este año, el lema de la Infancia Misionera es Con Jesús a Jerusalén, ¡luz para el mundo!, un lema que concluye los cuatro cursos de trabajo misionero con los niños titulados Con Jesús niño a la misión. Recordando a Jesús en Jerusalén a la edad de doce años, el delegado de Misiones explicó que a «nuestros adolescentes, a esa edad, quizá empiezan a preguntarse qué va a ser de su vida, a qué se van a dedicar», y la Infancia Misionera «ofrece a nuestros niños y adolescentes la posibilidad de preocuparse, conocer y solidarizarse con los niños de su edad que en todo el mundo tienen también inquietudes por su futuro, por su vida, su familia, su salud, pero que a menudo no tienen los medios para asegurar una vida digna».


Los niños son sensibles al espíritu misionero

«No cabe duda de que nuestros niños y adolescentes son sensibles a este espíritu misionero y universal», explicó Damián Díaz. Fruto de ese espíritu son los 1.933.313,21 € recaudados en España en el ejercicio 2020, con los que se pudieron financiar 355 proyectos, que se destinaron a:

- Mejora en las infraestructuras de los edificios y consecución de material médico y de enseñanza.

- Reparación de edificios de colegios o internados.

- Cursos de catequesis, actividades formativas, enseñanza de religión en colegios y campamentos bíblicos y vocacionales.

- Cubrir las necesidades vitales de niños huérfanos o abandonados.

- Cuidados médicos sanitarios y la atención de discapacidades físicas y psíquicas.

- Financiación de centros de educación católicos.

De todos estos recursos, 89.376,71 € salieron de la diócesis de Ciudad Real. Lo que nos sitúa una vez más a la cabeza de las diócesis más generosas, resultando Ciudad Real la sexta de toda España en aportar donativos, en cifras absolutas.


Actvidades

«Toda esta ayuda es el resultado de un trabajo extraordinario que se viene realizando desde hace muchos años en nuestras parroquias y centros escolares, de animación y sensibilización de nuestros niños y adolescentes», dijo Díaz Ortiz, que enunció algunas de las actividades, como la revista Gesto, que llega a más de mil niños ciudadrealeños, o el Encuentro Diocesano de Infancia Misionera, que reúne cada año a más de dos mil niños.

Además, en diciembre se lleva a cabo cada año la campaña «Sembradores de Estrellas, y muchos niños colocan en sus casas la hucha misionera, que les recuerda a esos niños que no disfrutan de tantos recursos como tenemos en nuestro mundo».

Otra actividad más es el concurso de dibujo centrado en el lema de la jornada Con Jesús a Jerusalén. ¡Luz para el mundo!, que termina el próximo 17 de enero.

Además, desde el mes de diciembre, tanto en las catequesis como en los centros escolares se entregan los materiales de reflexión, las pegatinas, trípticos, láminas de colorear, que estimulan su imaginación y les ayudan a empatizar con los niños de todo el mundo.

Finalmente, este próximo domingo, en las misas de muchas de nuestras parroquias se realizarán ofrendas, gestos y peticiones para celebrar esa fraternidad que nos une a Jesús de Nazaret, niño como nosotros, y a todos los niños del mundo, especialmente, los más desfavorecidos.

Tradicionalmente, en muchos lugares se han realizado también juegos y dinámicas después de la misa de niños de este domingo. Este año se van a realizar en pocos lugares, también por las medidas sanitarias.

La participación de los adultos en la Infancia Misionera

Por último, Damián Díaz Ortiz hizo un llamamiento a los adultos, que «estamos invitados a compartir con nuestros niños y nuestros misioneros ese mismo espíritu solidario y universal, cristiano y misionero, que nos haga un poco mejores, y que ayude a mejorar las condiciones de vida de tantos hombres y mujeres, niños y mayores de todo el mundo, que necesitan una mano amiga y hermana para conseguir una vida digna de su ser personas e hijos de Dios».


«Luz para alumbrar a las naciones»

Cuando sus padres presentaron al niño en el templo, siendo apenas un bebé, Simeón lo reconoció como «luz para alumbrar a las naciones». Lleno de Espíritu Santo, aquel anciano fue capaz de percibir la presencia del Mesías.

Doce años después, siendo ya un adolescente, Jesús baja a Jerusalén, con sus padres, a quienes hará recordar que Él tiene una misión: «ocuparse de las cosas de su Padre». Podríamos pensar que está ya preparado para ser aquella luz del mundo. Y sin embargo, aún volverá con María y José a Nazaret, a esa vida cotidiana que hará madurar su naturaleza humana, preparándose para su misión evangelizadora.

Doble enseñanza, para los niños, y para todos: apreciar el valor de lo sencillo, disfrutar de la vida diaria, dejarse acompañar para aprender, aprovechar cada momento para ser feliz y hacer felices a nuestro alrededor. Pero también buscar, descubrir y madurar la propia vocación, conocer a qué me llama Dios, y estar dispuesto a seguir el camino que El me indique.

Jesús alababa al Padre porque había escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las había revelado a la gente sencilla

Más tarde, el mismo Jesús dirá a sus discípulos, y continúa diciéndonos a nosotros: «Vosotros sois la luz del mundo, vosotros sois la sal de la tierra». Él solo es la luz, pero nosotros tenemos que llevar el reflejo de su luz a un mundo a menudo oscurecido, sombrío, necesitado de brillo y de sabor, de la sabiduría de Dios. Todos nosotros estamos llamados a hacer brillar ante el mundo la luz de Cristo. Todos nosotros. Pero también tenemos que reconocer que, de manera especial, los misioneros, llenos de Dios por la oración, están llevando al mundo la luz de Jesús, que ilumina la vida de las personas y de los pueblos. Palabras que alegran el corazón. Proyectos de vida que llevan esperanza porque para Dios nada hay imposible. Gestos iluminadores de generosidad y entrega sin límites, a pesar a veces de la incomprensión o ingratitud. Perseverancia en la fidelidad del amor de Dios. Alegría vencedora de la muerte.

Jesús alababa al Padre porque había escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las había revelado a la gente sencilla. Ayudemos a nuestros niños a comprender, porque ellos tienen el corazón sencillo y abierto como el de Jesús. Y acompañémosles para que no dejen nunca de amar y ayudar a otros niños, con los misioneros, hasta el confín de la tierra.

 Damián Díaz Ortiz

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